No compro Clarín, lo que no quiere decir que no forme parte de mi rutina cotidiana de lectura de medios online.
No me resulta simpático Clarín. Tal vez el repetido mensaje del oficialismo sobre sus oscuras intenciones haya surtido en mí el mismo efecto de descreimiento que me producen los informes de 678. Aunque, reconozco, Clarín sigue siendo un diario que pertenece a una empresa privada que, como tal, tiene derechos, obligaciones y libertad tanto para definir una línea editorial como para obtener dividendos de sus productos.
De todos modos, en cuanto al bloqueo que impidió la distribución del diario y sin perjuicio de lo que significó como restricción a la libertad de expresión, para mí Clarín no es el tema sino la excusa. Un objetivo fácil que distrae de la pelea de fondo que, por estos días, se da entre el Ejecutivo y la corporación sindical.
Cuando la hipótesis generalizada es que el gobierno se asocia a la CGT para renovar sus embates contra Clarín, se me ocurre que podríamos ensayar otra dirección de pensamiento.
Por ejemplo, ¿qué sucedería si el silencio del gobierno no se debiera a su encono contra el diario de Ernestina y Magnetto y, en cambio, tuviese su origen en una nueva vuelta del tuerca del "apriete" moyanista?
En ese escenario, las declaradas ambiciones de poder del "compañero Moyano" son cada vez más declaradas y, también, cada vez más virulentas. El elenco oficial, por su parte, ya viene silenciando los poco simpáticos acuerdos que ha formalizado con el saadismo y con el menemismo –dos hoy alicaídos monstruos que otrora le sirvieron para demonizar el pasado– y no tiene demasiado margen para recibir en sus filas –y en sus boletas– a otro huésped indeseado al que la sociedad termina aplicándole en las urnas el derecho de admisión. Y, obviamente, a Moyano no le gusta que lo dejen fuera de la fiesta. Entonces viene el "apriete". Y no a Clarín sino a la primera mandataria.
¿Por qué el gobierno calla? Porque, aunque quiera, no puede enfrentarse a Moyano. Si bien desde la muerte de Néstor el kirchnerismo vive una progresiva "desperonización", no puede prescindir del aparato sindical para gobernar y aun no sabe si puede hacerlo para salir victorioso en las próximas elecciones.
¿Por qué la oposición calla? Porque sería poner a CFK en posición de víctima y, por lo tanto, elevar la percepción positiva que de ella tiene el electorado. Una mujer, viuda reciente, todavía no recuperada del dolor por la pérdida y, además, intimidada y amenazada por el aparato sindical es un cóctel ganador.
¿Por qué Clarín también calla? Porque aprovecha para victimizarse. Luego de tantos ataques, es lo que mejor sabe hacer para obtener adhesiones y no deja pasar la oportunidad de ponerse en el centro de una pelea que, en este caso, no es suya.
En este hipotético escenario, Cristina está presa de una paradoja autogenerada: lo incluya o lo excluya de su proyecto de reelección, Moyano siempre resta.
Es una hipótesis. Nada más que eso.