1/12/2016

Pragmatismo, cinismo, justicia y esperanza

I – Pragmatismo: ¿empresarial o peronista? 
En estos días, mucho se ha criticado el pragmatismo empresarial del nuevo gobierno. Yo tengo otra visión. Para el peronismo, el borde de la legalidad es su ámbito natural. Desde su óptica, la vía central, la letra estricta de la ley, en cambio, es para tibios. Y al peronismo le molesta mucho que la hasta hace poco oposición gobierne con pragmatismo peronista. 
Pues bien, Mauricio Macri ha decidido, con pragmatismo peronista, no transitar la vía central sino el estrecho y riesgoso espacio que lo contacta con el guard rail o con la banquina. En este tiempo, atravesó algunos sacudones porque el borde, por cierto, exige alguna pericia extra en la conducción. 
Los que hoy se escandalizan por las temerarias decisiones gubernamentales son los mismos que aplaudían las decisiones igualmente temerarias de la administración anterior. 
Es probable que Macri sufra unos cuantos raspones, algunos golpes e, incluso, que choque. En todo caso, deberá compensar los accidentes con medidas anticorrupción, negociaciones con la oposición menos feroz –que no es poca y que tiene sus propios objetivos de redistribución del poder peronista– y, sobre todo y ante todo, estabilidad económica que es lo que, al fin de cuentas, mueve las agujas del humor de los ciudadanos. La llamada "luna de miel" de un nuevo gobierno es quizás el momento más adecuado para morder la banquina o perder el espejo retrovisor contra el guard rail. Después de todo, los tres primeros meses de un gobierno son los que primero se desdibujan en la frágil memoria del electorado. 

II – Cinismo político
Si damos un paso más, podemos también cambiar el eufemismo "pragmatismo" por una palabra bastante más ajustada: "cinismo". 
No es la personalidad del líder la que seduce al electorado. Es la necesidad del electorado la que va moldeando la personalidad del líder. Y cuando el liderazgo se consolida mediante el voto llega el tiempo de echar un manto de piedad sobre las promesas de campaña y desplegar el cinismo. Después de todo, ya deberíamos saber que con la democracia no se come (1983), que los que siguen serán defraudados (1989), que un presidente no es el médico de todos los argentinos (1999), que la Argentina no termina de ser un país en serio (2003), que al final eran Cristina y vos, porque a Cobos se lo llevó el voto no positivo (2007) y que la fuerza de un pueblo incluía utilizarlo a "Él" hasta el paroxismo y poner a Amado Boudou en el segundo cargo más importante del país (2011). ¿Por qué, entonces, habríamos de creer en "la revolución de la alegría"? Solamente la vocación fiestera de los argentinos puede comprar una promesa de más celebración cuando, en realidad, lo que hay que hacer –y que bien sabemos aunque no nos guste reconocerlo– es arremangarse y empezar a lavar los platos, vasos y manteles de 8 años de festival desenfrenado.    
Volviendo al cinismo político, implica sostener imposibles como certezas, estrangular la verdad hasta que pende apenas de un hilo, forzar la lógica y la racionalidad. Requiere construir estructuras que sostengan medidas en vez de tomar medidas que sean producto de la necesidad estructural. Su imperativo es quitar de la escena o velar parcialmente aquellos núcleos oscuros que la sociedad repudia pero que un gobierno no puede combatir porque de alguna manera lo sustentan. Y su objetivo principal es el incremento y fortalecimiento del propio poder, es decir, antes que el bien común, el interés personal (bajo el disfraz del bien común). 

III – El lugar de la Justicia
Es una verdad de perogrullo decir que el pragmatismo y su versión extrema, el cinismo, se contradicen flagrantemente con la pureza que buena parte de los votantes espera y que buena parte de la oposición le exige –como si tuviese las manos limpias– a un gobierno. 
Cualquiera que haya tenido una conversación a calzón quitado con un funcionario político de alto rango sabe que la pureza no forma parte de su diccionario. 
El fundamento de la pureza, no como cosa real sino como ideal a alcanzar, es la ética. Y la ética, sabemos, limita la acción, fundamento, a su vez, del pragmatismo.
¿Qué es, entonces, lo que restringe al poder, lo que lo enmarca? La ley. 
Estoy convencida de que no abunda entre nosotros el apego natural a la ley que es, en cambio, vista como una fuerza limitante que por todos los medios hay que intentar eludir. Es débil en nosotros el "esto no se hace, no debe hacerse, no puede hacerse". Porque, claro, nuestros pragmáticos gobernantes no han descendido de una nave intergaláctica sino que forman parte del mismo sustrato que tiene por costumbre mirar la ley con cierto desprecio. 
Es la Justicia, con rigor, seriedad, imparcialidad y transparencia la que puede ponerle coto al poder político y equilibrar y controlar sus posibles excesos. La Justicia debería ser objeto de nuestra más severa exigencia (y recibir nuestro compromiso de acatarla con la misma severidad, por supuesto). 
Pero, hasta ahora, su desempeño no ofrece demasiados motivos de orgullo. 
Tradicionalmente corporativo, con frecuencia autorreferente y en estos últimos tiempos más preocupado que nunca por conservar sus privilegios, el Poder Judicial es víctima del mismo mal que nos aqueja a todos: la fragmentación social por motivos políticos. Con dos bandos que reclaman el monopolio de la legitimidad, a la Justicia se le ha caído la venda de los ojos y se le ha quebrado el fiel de la balanza. 
En ese estado de división es difícil que pueda cumplir con la misión que le es natural y que alcanza una enorme relevancia en el presente.  

IV – Nosotros, los de a pie
Pablo Gerchunoff y Lucas Llach publicaron un libro sobre los avatares de la economía argentina al que titularon "El ciclo de la ilusión y el desencanto". Ese título que retrata con enorme precisión las variaciones del estado de ánimo nacional, también nos habla de cierta ingenuidad infantil: la ilusión solamente puede conducir al desencanto. Mucho más cuando el desencanto es el terreno en el que hacemos crecer una nueva ilusión. 
La ilusión es un "concepto, imagen o representación sin verdadera realidad, sugeridos por la imaginación o causados por engaño de los sentidos". En contraposición, la esperanza es el "estado de ánimo que surge cuando se presenta como alcanzable lo que se desea"(*).
Nosotros, los de a pie, tenemos la responsabilidad de abandonar la costumbre de la ilusión y el deber de alimentar la esperanza. 
No es azaroso el uso de la palabra "deber" en este caso. Cuenta Santiago Kovadloff  que a poco de ganar las elecciones de 1983, Raúl Alfonsín convocó a un grupo de artistas y escritores a una reunión. De ese grupo formaban parte tanto el propio Kovadloff como Jorge Luis Borges, quien tomó la palabra en nombre de todos los presentes y dijo: "Señor Presidente, usted nos ha devuelto el deber de la esperanza" (**). Es notable que Borges, en su ferviente agnosticismo, concibiera la esperanza no como algo natural sino como un ejercicio necesario, un cuestionamiento permanente y una desafiante indagación personal. 
Aun sabiendo que nunca estará satisfecha la totalidad de una sociedad, formada por individuos diversos y con diferentes órdenes de preferencias, los de a pie nos encontramos frente a un dilema: ¿cuánto pragmatismo es necesario admitir y cuánta pureza es imprescindible exigir? 
Sin caer en el cinismo que aniquila la ética y sin dejarnos seducir por la ilusión que da origen al desencanto.

(*) www.rae.es 

(**) www.revistacriterio.com.ar/bloginst_new/2015/03/03/dios-en-la-palabra-de-borges/, nota al pie. 

12/05/2015

La grandeza y la opulencia

Hay una importante confusión en estos días. Muchos ciudadanos esperan gestos de grandeza. Lamentablemente, esperan en vano. La grandeza nunca viene de la mano de quienes hicieron culto a la opulencia. La grandeza es casi silenciosa mientras que la opulencia vocifera. La grandeza se construye con pequeñas acciones mientras que la opulencia genera enormes despliegues en honor a sí misma. La grandeza no solo es honrada en la derrota sino que también sabe ser humilde en la victoria. ¿La opulencia? No, la opulencia es ciega en la victoria y resentida en la derrota. La grandeza concibe un mundo amplio y diverso. Para la opulencia, en cambio, el mundo empieza y termina en su ombligo.La grandeza pide justicia. La opulencia, venganza. De lo que se sigue que la grandeza respeta los márgenes de la ley y la opulencia camina por el borde, siempre buscando la fisura para violarla con el único objetivo de satisfacer sus instintos. La grandeza tiene su propia voz. La opulencia habla en nombre de las "grandes causas". La grandeza se rige por la ética. La opulencia, por los códigos (muchas veces, mafiosos). La grandeza crece con el paso del tiempo. La opulencia se degrada y degrada todo aquello que toca.La grandeza es luz en la oscuridad. La opulencia, por mucho que brille, no ilumina. La grandeza trabaja para el prójimo, la opulencia para sí misma. Hay algo en el ADN de los argentinos que hace que muchos –muchos de verdad– prefieran el resplandor falso de la opulencia a la austeridad de la grandeza. De esos muchos, una parte significativa ve con agrado que la opulencia arrase todo lo que encuentra a su paso antes de entregar las llaves del reino. Olvidan que la opulencia tiene el pan asegurado y que ellos deberán sembrar su trigo en un baldío lleno de escombros. Son los que prefieren que el barco se hunda, aunque estén arriba del barco. No esperemos gestos de grandeza. No los habrá.

No te jactes del día de mañana; 
Porque no sabes qué dará de sí el día.
Alábete el extraño, y no tu propia boca; 
El ajeno, y no los labios tuyos. 
Pesada es la piedra, y la arena pesa; 
Mas la ira del necio es más pesada que ambas. 
Cruel es la ira, e impetuoso el furor; 
Mas ¿quién podrá sostenerse delante de la envidia? 
La Biblia – Proverbios 27:1-4
1º de diciembre de 2015

22 de noviembre de 2015

Ya está. Se terminó el gobierno que –para mí– fue el paradigma de la mentira, el maltrato, la descalificación, la extorsión y la corrupción. 
La mentira de la pobreza y de la inclusión, una mentira obscena porque, por si nunca te lo pusiste a pensar, ¿por qué en 12 años no se redujo la cantidad de personas alcanzadas por planes y subsidios mientras, día a día, el gobierno nos decía que las cosas iban cada vez mejor? ¿Por qué no tuvo cada ciudadano acceso a la dignidad de ganarse su sustento y pagar con él sus cuentas si, supuestamente, vivíamos la gloria de un país que crecía sin límites? 
El maltrato y la descalificación a quienes no pensaban lo mismo, realizado desde medios pagados por todos. Las reiteradas ofensas provenientes de miembros del gobierno y de militantes, que provocaron, durante un largo tiempo, el silencio casi temeroso de los disidentes. Las etiquetas despectivas. El autoritarismo legislativo. ¿No te sentiste, más de una vez ninguneado y hasta atemorizado por las expresiones de los integrantes del gobierno y también por las descalificaciones más o menos veladas de algunos de tus amigos y conocidos? A mí me cupieron los calificativos de "ignorante", "gorila", "cerebro liso", "cacerola", "cipaya"... y tantos otros que dejé pasar ejerciendo lo mejor que me dejó este gobierno como aprendizaje: el derecho al silencio. 
La extorsión de los carpetazos, la de la administración discrecional de los fondos públicos, la del "votando por un plan". ¿No te diste cuenta de que el dinero "del gobierno" no es del gobierno, es tuyo, mío, delvecino, haya votado a quien haya votado, y que somos todos nosotros los que pagamos obras que son solamente cáscara porque el interior está vacío e inconcluso, planes sociales, contratos estatales, subsidios al consumo como el Ahora 12, viajes con dólares baratos? Es TU plata, no la del gobierno. 
La corrupción que mató argentinos en Once, la de los bolsos con dinero, la de los sueños compartidos, la de los hoteles vacíos que generaron ganancias extraordinarias, la del narcotráfico. La que todavía hace que no sepamos qué pasó con Alberto Nisman. ¿No te parece increíble que pocas horas después de los atentados en París hayan dado con los responsables y nosotros todavía no sepamos ni siquiera si al fiscal lo mataron, lo indujeron o se suicidó? 
La mentira, el maltrato, la descalificación, la extorsión y la corrupción son formas de violencia. Estos 12 años han sido años de un gobierno profunda y sofisticadamente violento. Años de disgregación social, por dejar lo económico de lado porque, en todo caso, lo que los resultados muestran es que también existe la dignidad. 
Yo sé que hay personas que están tristes y que hoy tienen miedo, ese miedo que quisieron inscribir en muchos otros, los que no pensábamos igual que ellos. Me apena la tristeza de los que creen honestamente en los malos augurios, los que sienten que van a perder sus logros. Pero la vida es así. Hoy muchos votamos un cambio. Hay un ciclo que se cierra y otro que se abre. 
Yo voté por el cambio porque creo que ese cambio es necesario. El tiempo dirá si satisface mis expectativas. Si no lo hace, tengo la herramienta más poderosa que la democracia otorga: mi voto. 
Y, ahora, como siempre, a trabajar.

La estrategia del terrorismo

Me encanta estudiar. Es un desafío que enfrento con alegría (aunque –y también porque– a veces, como el viernes pasado, tengo exámenes fatales). 
Estudio, además, porque desde muy chica comprendí que los libros encierran respuestas para muchas de nuestras preguntas y, al mismo tiempo, son generadores de nuevas preguntas cuyas respuestas tal vez encontremos en otros libros o tal vez tengamos que responder por nosotros mismos, construyendo sentido con lo que hemos recogido en el camino o, si nos ha sido dada, con la chispa del genio creador. 
Lo cierto es que, en los últimos dos años, los libros han sido para mí una invaluable herramienta de acercamiento a una comprensión más amplia y más profunda de la realidad. 
El jueves, mientras afuera se descargaba una fuerte tormenta, yo leía esto:

"An open society [...] is especially vulnerable to terrorist violence, wich seems to threaten us with ever more dreadful and drastic fates. Have we the stoicism to endure nonetheless? Will we be tempted to abandon our political and moral values? Will be willing to go on paying an ever higher price in order to defeat the terrorists by refusing to respond in the way they want us to?"
David Fromkin – The strategy of terrorism
15 de noviembre de 2015

Dos de Voltaire

"Ceux qui peuvent vous faire croire en des absurdités pourront vous faire commettre des atrocités."
"Une monnaie papier, basée sur la seule confiance dans le gouvernement qui l'imprime, finit toujours par retourner à sa valeur intrinsèque, c'est-à-dire zéro."

15 de noviembre de 2015