10/24/2011

Elecciones 2011 – Game over

Finalmente, ayer se llevaron a cabo las elecciones presidenciales. Los porteños votamos este año por cuarta vez, una prueba incuestionable de compromiso cívico.
El resultado de los comicios no provocó sorpresas, de modo que cualquier análisis que pueda hacerse estará enfocado en los pequeños grandes gestos que denuncian miseria, grandeza, dignidad, resignación o mezquindad.
En todo caso, para mí, vale destacar los dos polos de una historia que escribimos día a día, junto con los dirigentes que nos representan. Esos polos son la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y la diputada Elisa Carrió.
Tal como lo viene mostrando desde hace un tiempo, la presidenta se expresó de una manera justa, inteligente y conciliadora. En sus alocuciones al público, tanto la realizada desde el bunker como la que tuvo lugar en la Plaza de Mayo, además de llamar a la unión nacional, CFK marcó un territorio en el cual reconoce la existencia de interlocutores políticos con los cuales acordar y confrontar. Hasta no hace mucho tiempo, las permanentes batallas con algunos medios de comunicación habían excluido del escenario a los dirigentes de partidos de la oposición. Nadie puede pensar que sus menciones de ayer a Mauricio Macri y a Hermes Binner fueron azarosas. Aun desde la superioridad que le dan los resultados, Cristina definió una virtual mesa de pares, mostrando que pudo revertir la situación que rechazaba fuertemente parte del segmento opositor del electorado. 
Del otro lado de la línea, Lilita Carrió reconoció rápidamente que había repetido la peor elección de su historia como dirigente política. Sin embargo, lejos de expresarse con la dignidad de una buena perdedora, redobló la apuesta y proclamó a su diezmada fuerza como la impulsora de la "resistencia contra el régimen", una barbaridad que, en principio, desconoce la voluntad de un pueblo que renovó su confianza en la presidenta y, además, mostró su casi irracional persistencia en la actitud que le valió el castigo de no ser votada. No fue un desliz verbal sino un grosero y repetido error político. 
Es fácil advertir que Cristina viene haciendo lo que se debe hacer. Que escucha. Que cambia, se adapta y suaviza su expresión. Poco importa si luego esto no se verifica en los hechos. En todo caso, la política en estas tierras tiene mucho de seducción y la presidenta hace gala de su capacidad de cautivar al electorado. Carrió, mientras tanto, insiste en decir lo que nadie quiere escuchar. En gritar una verdad que, podríamos afirmar, sólo cree el 2% de la población en edad de elegir. Su imposibilidad de, sin renunciar a sus ideas, adaptar el mensaje a las necesidades y deseos de los votantes termina poniéndola en ridículo, haciéndola objeto de burlas y, sobre todo, de rechazo. 
Hace unos años, estas dos mujeres compartían el espacio legislativo. Una era líder y mensajera de la verdad y de los principios. La otra, apenas representante de una provincia patagónica. Ambas tenían una notable capacidad oratoria, fuerza, carácter y decisión. A las dos, a su turno, se les aplicó el calificativo de "locas". Michel Foucault decía que la locura es la ausencia de obra. Cristina transformó esa "locura" en acciones que, estemos de acuerdo o no, SON OBRA. Lilita abrazó su "locura" y se dejó devorar por ella. 
Las elecciones presidenciales terminaron. Game over. Hasta 2015. 

8/21/2011

¡Feliz día!

A los que todavía son curiosos y algo despreocupados. A los que pueden llorar de risa y reírse mientras lloran. A los que son sabios sencillos. A los que guardan una pizca de ingenuidad para mirar el mundo. A los que la picardía les pone brillo en los ojos. A los que se toman la vida muy en serio pero no se toman tan en serio a sí mismos. A los que no dejan de preguntar. A los que son capaces de hacer una rabieta y olvidarla dos minutos después. A los que hacen amigos porque sí. A los que ni bien aprenden algo lo comparten con otros. A los que no tienen miedo de revolcarse por el piso ni de ensuciarse la ropa. A los que creen que todo es posible. A los niños y a los que todavía son un poco niños, ¡feliz día!

8/15/2011

Dormir afuera – Elecciones PASO

En el día de ayer se realizaron en la Argentina las primeras elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO). El voto de la ciudadanía dejó un saldo más que interesante y arrasó con los mitos que se habían construido en torno al oficialismo y la oposición. Veamos de a a uno algunos de ellos.
• Elisa Carrió. Desde hace varios años, "Lilita" viene atravesando un ciclo autodestructivo cuyos efectos se materializaron en esta elección de una manera dramática. Protegida apenas por un crucifijo de una supuesta persecución, pasó a la mística y la admonición con vaticinios del fin del mundo; en ese recorrido obtuvo un profundo conocimiento de "la gente que me habla en la calle" y se volcó a las expresiones aplacatorias del tipo "a la violencia hay que responder con calma"; de allí viajó a la dimensión del voto emocional (hay que votar con el corazón) y, hasta donde se vio ayer, luego de este impar derrotero, se perdió en la niebla del fracaso. 
"La gente" votó con el corazón y le otorgó un paupérrimo 3% de confianza a nivel nacional, que si bien alcanza para participar en octubre, la pone más cerca de Jorge Altamira que de cualquier otra fuerza opositora.
• Jorge Altamira. La izquierda argentina está acostumbrada al vapuleo electoral. Con absoluta franqueza y realismo, Altamira convocó a los votantes a sumar el 1.5% que lo habilitaría para presentarse en las elecciones de octubre. Objetivos claros y paso seguro: ahora es esto, si llegamos a esto, vemos qué más. Y lo consiguió. Aplauso, medalla y beso.
• Hermes Binner. Con un esfuerzo que se nota, Binner le hace frente a una campaña nacional. ¿Por qué digo que se nota el esfuerzo? Porque Binner no es un dirigente carismático, porque su palabra tiene un nivel que está por encima de la barricada, porque se lo ve incómodo frente a las cámaras, las luces y el folklore partidario. Su desempeño electoral fue muy bueno para una fuerza que tiene una presencia muy reciente en el ámbito nacional. Alguna vez escribí que muchos gobernadores provinciales que realizan gestiones exitosas tienen la idea de que ese éxito puede traspolarse al territorio nacional por una simple operación matemática de multiplicación, como si el gobierno federal fuese una réplica ampliada del gobierno provincial. Binner comienza a transitar el camino que lleva de lo local a lo nacional, un camino muy arduo por cierto. 
• Ricardo Alfonsín. "Ricardito" pertenece a una especie en extinción: la del político que cree que si dice "vamos ganando" o "estamos a 3 puntos" o cualquier otra cosa que tenga que ver con un proceso de visualización creativa, los votantes lo creen y actúan en consecuencia. Además, forma parte de los dirigentes que en esta campaña, en un gesto incomprensible, declinaron pedirle a la ciudadanía que los votara. El "Francisco, yo creo en vos. Yo creo en vos, Ricardo" del spot publicitario resultaba un cierre del vínculo que dejaba afuera al votante. Muchachos, si se tienen tanta confianza mutua, hagan negocios juntos, pero la política déjensela a los que no se sienten humillados si piden un voto. 
• Eduardo Duhalde. Si algo hay que reconocerle a Duhalde es que muere en su ley, con el "Momo" Venegas arriba del escenario. Y, además, tengamos en cuenta que fue el propio Venegas quien hizo la mejor elección de la agrupación. Frente a las cámaras de los programas políticos, el expresidente fue el candidato más inconsistente, mostrando cierta dificultad para seguir el hilo de las entrevistas. Su ambición de protagonismo y la dispersión de esa alianza provisoria que fue el Peronismo Federal lo condujeron a un desempeño penoso a nivel nacional.
• Alberto Rodríguez Saa. Desde su experiencia en San Luis, "el Alberto" hizo una excelente elección a nivel nacional. Fiel a su estilo con rasgos de sincericidio agudo, desde sus spots invitaba a visitar su provincia para comprobar el bienestar del cual allí se gozaba: "Si no me creés, vení a San Luis". Y un 8% del padrón nacional le creyó. Anoche, desde su bunker y con su habitual sentido del humor, le reprochó a Duhalde la objeción a la candidatura de "el Adolfo". Chicanas peronistas que le ponen un poco de color a la política. 
• Alcira Argumedo. Esta buena mujer le debe a la testarudez de Fernando "Pino" Solanas haber protagonizado la candidatura más absurda de estas PASO. Con notable obediencia partidaria, Argumedo se sumó al capricho del cineasta. Y así le fue. 
• Martín Sabbatella. A pesar de que no participaba de la elección a nivel presidencial, es posible hacer una referencia para este exitoso exintendente del partido de Morón que aspiró a proyectarse a la gobernación provincial, intentando hacerle sombra a un Scioli consolidado y subirse a la ola del furor "cristinista". La realidad dio una respuesta cruel: a Sabbatella le hace falta todavía tomar mucha sopa.
• Cristina Fernández de Kirchner. Si el lector llegó hasta este punto sabrá que todo lo escrito antes de estas líneas es pura especulación. La verdad, la única verdad, es que Cristina ganó solita en toda la cancha (excepción hecha del marquesado de San Luis, donde la realidad sigue otros carriles). Ganó incluso donde sus candidatos a gobernador habían perdido. Ganó sin excusas y sin mácula. Ganó más allá de Bonafini y Schoklender, de Carlotto y el ADN de los Noble Herrera, de Zaffaroni y los departamentitos. Más allá del duelo y la presunta debilidad que la muerte de Néstor le había conferido. Ganó vestida de negro, hablando de "El" y de su legado. Ganó de manera abrumadora e incuestionable. 
Vale analizar el notable cambio de tono en su discurso de ayer porque, de haber adoptado ese sesgo conciliador antes de la victoria, hubiese sido tildada de débil, hubiese sido diagnosticada en estado de necesidad. Anoche, su palabra suavizada sonó a grandeza. Por primera vez abandonó el estilo "maestra ciruela" que tanto malestar provoca en un segmento de la población. Y habló para todos, los que la votaron y los que no. Fue un movimiento inteligente y audaz, hecho en el momento preciso en que sólo podía beneficiarla.   
Los votos de Cristina arrasaron con las especulaciones. Si las PASO hubiesen sido un partido de truco, podría decirse que, dado que ninguno llegó a 15, los contendientes "durmieron afuera". 

8/01/2011

Balotaje CABA

Debo decir que si Daniel Filmus hubiese logrado revertir el pobre desempeño que tuvo en la primera ronda de la elección a Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, no me hubiese sentido satisfecha. 
Tampoco me causa satisfacción alguna el enorme apoyo que recibió Mauricio Macri y que lo transforma en un excelente prospect para las negociaciones posteriores a la primera interna abierta, obligatoria y simultánea que se llevará a cabo el próximo 14 de agosto. 
¿Nada me viene bien? La verdad, en lo que hace a política, nada me convence del todo y de lo poco que rescato sólo surge un recorte parcial y limitado. 
De la elección de ayer me queda la extraña sensación de una puesta en escena algo burda. Con el resultado ya definido, el último día de las vacaciones de invierno en el distrito y atravesados por el frío invernal, los porteños fuimos a votar mostrando más conciencia del deber cívico que ganas. 
Ni el rápido reconocimiento de la derrota por parte de Filmus, ni la diplomacia de Macri invitando a la convivencia pacífica, ni el –por fin– llamado de la presidenta para felicitar al ganador pudieron esconder el trasfondo de los tiempos que vivimos. Los dientes apretados y el ponerse sobre las espaldas el fracaso en aras de salvar lo poco que queda de "intocable" en el oficialismo, en el caso de Filmus; la sobreactuación de un discurso fabricado a la medida del hartazgo nacional, el discurso vacuo de Macri; y la segura incomodidad de Cristina Fernández, a quien los gestos de gentileza parecen sonarle como renuncia a los principios fueron las caras ocultas –pero no tanto– de este escenario en el cual reina la falsedad y la hipocresía.
Filmus debería comprender que el castigo no estuvo dirigido a su persona sino que reflejó el descontento de los ciudadanos frente a situaciones que desnudan algo que vengo sosteniendo desde hace ya tiempo: tomar las medidas correctas por las razones equivocadas no conduce sino al error. Baste mencionar la utilización por parte del oficialismo del tema de los Derechos Humanos –caso Schoklender– y de la recuperación de nietos apropiados durante la dictadura –caso ADN Noble Herrera– para comprenderlo.
Macri no puede olvidar que hoy cuenta con un apoyo temporario, más fundado en el rechazo a lo que significa el oponente que en la adhesión a un gobierno que tuvo más gestos superficiales que medidas estructurales. 
Ojalá la primera mandataria pueda sostener el aire de gentileza y don de gentes que mostró ayer y ojalá ese aire responda a la convicción de que en política no hay enemigos sino adversarios, que es bueno que los ciudadanos de todas las líneas de pensamiento encuentren una representación en la dirigencia política, que la adhesión no implica genuflexión y que el rechazo no significa odio. Ojalá. 

7/25/2011

Elecciones Santa Fe

Ayer tuvieron lugar las elecciones en la provincia de Santa Fe, un distrito que se encuentra entre los cinco más relevantes a nivel del padrón nacional. 
Aquí, unas reflexiones post-comicios:
• El socialismo retuvo la gobernación. Dicho esto, sus dirigentes deberán ponerse a pensar por qué ganaron de una manera tan agónica y por qué será la primera vez en la historia provincial que el Poder Legislativo esté conformado por una mayoría opositora. 
• La ajustada victoria de Horacio Bonfatti no es un buen augurio para las aspiraciones presidenciales de Hermes Binner, a quien se le dificulta alcanzar buenos niveles de conocimiento a nivel nacional. Por supuesto, una elección brillante en su provincia lo hubiese ayudado para capitalizar gestión e intensificar su presencia en los medios masivos. Este resultado, en cambio, lo obliga a un esfuerzo publicitario y de recorrida territorial mucho mayor, además de que siembra dudas sobre su éxito en la transformación de la provincia. 
• Miguel Torres del Sel sorprendió a más de un desprevenido. Como un alumno aplicado, transmitió a la perfección el mensaje light del macrismo. En todo momento mostró su ignorancia política como un trofeo, en contraposición con cierto sesgo soberbio del kirchnerismo y con la ausencia de emoción del oficialismo santafesino. Además, se dirigió específica y repetidamente al sector agropecuario, muy fuerte en la provincia, que aún recuerda la confrontación con el FPV por la Resolución 125 y la tibia posición de Binner en dicho conflicto. 
• Agustín Rossi marchó decidido hacia la segura inmolación. Sin el apoyo presidencial, que desaparece ante el más mínimo síntoma de derrota, remó y remó contra los rasgos del oficialismo de los que buena parte de la sociedad parece estar harta: la soberbia y el autoritarismo. No pudo, sin embargo, evitar la confrontación con Binner –llamándolo canalla e hipócrita– cuando el gobernador se refirió a las palabras de CFK durante la visita "de apoyo" a su candidato. Un párrafo aparte merece la actitud del "Chivo" de salir a reconocer la derrota y felicitar a sus contendientes. Sin lugar a dudas, ese gesto lo despegó mucho más de Cristina que el haber asumido la responsabilidad por los magros resultados. 
• Si bien no estaba entre los candidatos, Carlos Reutemann tuvo un rol importante en la elección. Al lacónico dirigente le bastaron cuatro palabras –"Soy peronista, no kirchnerista"– para eliminar cualquier especulación sobre el lugar del peronismo en la provincia. Recordemos por un momento cuál fue la razón que esgrimió Reutemann a la hora de abandonar la mesa del Peronismo Federal: el peronismo santafesino le reclamaba presencia y trabajo en la construcción territorial. Los efectos de la frase del exautomovilista en el resultado a favor del cómico devenido político dejan bien en claro que, en silencio, Reutemann hizo su tarea.
• Por último, pero no por eso menos importante, una reflexión sobre las preferencias de una parte significativa del electorado a la hora de votar. Lo que en la década pasada se dio en llamar "farandulización de la política" parece tener por estos días un nuevo despertar. 
Mauricio Macri ha tenido desde siempre una fuerte presencia en las revistas de actualidad. Gente, Caras y Hola le han dedicado más páginas que cualquier medio especializado en política. Así hemos visto sus romances, separaciones, bodas, vacaciones, picados de fútbol, etc. 
Gracias a su actividad como cómico, Miguel del Sel también nos ha mostrado segmentos de su vida en fotos a color impresas sobre papel ilustración acompañadas por entrevistas banales que tuvieron, en el mejor de los casos, un par de semanas de vigencia.
La historia –y el presente– marca que la farándula argentina consigue su éxito a fuerza de ejercitar ciertos rasgos de mediocridad como la "graciosa" ignorancia de Susana Giménez o el carácter de "pibe de barrio" de Marcelo Tinelli. Para buena parte de los argentinos, ellos son la prueba de que "cualquiera puede ocupar un lugar de privilegio" y alimentan un aspiracional falso y pobre. Falso porque Susana y Marcelo llegaron al lugar en el que están por su inteligencia y no por creer que los dinosaurios estaban vivos o por meterse dos alfajores enteros en la boca. Creo que no hace falta decir por qué es pobre. 
Además, estas características de hombres y mujeres exitosas en los medios de comunicación, en muchos casos se hacen extensivas al ámbito político, tal como sucedió con Palito Ortega, el propio Reutemann y Daniel Scioli, por sólo mencionar a algunos de los "famosos" que se pasaron a las filas de la política en la hoy considerada infame década menemista. En un esfuerzo por recuperar algo de aquella "alegría", Miguel del Sel se sumó a este colectivo hace unos meses. Y el electorado respondió con la misma lógica de siempre: brindándole su confianza a alguien que, para dedicarse a la política, es capaz de abandonar un lugar exitoso y que le proveyó una vida económicamente holgada.
No es cuestión de emprenderla contra las preferencias del electorado porque de ese pensamiento a la idea de voto calificado hay un trecho muy corto. Los votos del "asco" no valen menos que los demás. 
Las elecciones en la Ciudad de Buenos Aires y en la provincia de Santa Fe no han sido el triunfo de la ignorancia sobre la ilustración. Hay algo que la sociedad está rechazando con fuerza. Será cuestión de preguntarse seriamente qué quiere ese electorado, a quién elige delegarle la responsabilidad de la conducción y por qué. La respuesta fácil es "porque son idiotas". Ojalá los perdedores se animen a buscar la difícil. 

7/11/2011

Elecciones CABA

Ayer se llevaron a cabo las elecciones de uno de los distritos más importantes de la Argentina, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 
Hoy los porteños amanecimos inundados de sesudos análisis sobre los resultados del comicio. Interpretaciones de ganancias y pérdidas, victorias y derrotas. Relecturas de las predicciones fallidas y predicciones a futuro. Resignificaciones, opiniones y declaraciones. Caprichos y abandonos. Apoyos y rechazos.
Me parece interesante destacar estos puntos:
  • Daniel Filmus fue designado por la primera mandataria. Pero nunca recibió su apoyo. Al parecer, el exministro de Educación es objeto del mismo trato del poder central que muchas de las más fieles "espadas" kirchneristas que pueden ser identificadas con el peronismo (Agustín Rossi, Aníbal Fernández, Daniel Scioli y siguen las firmas), quienes hoy gozan de la penumbra a la que los condena la indiferencia presidencial. 
  • Ante la inminencia de una segunda vuelta, el FPV es víctima de su propia estrategia. Habilitó las listas colectoras –Aníbal Ibarra y Gabriela Cerruti– que le recortaron votos a su propio candidato –Juan Cabandié– y recogieron el grueso de la adhesión que podrían haber capitalizado en el ballotage. Dicho en otras palabras, ya sumaron buena parte de lo que podían sumar.
  • Macri ganó con amplitud sin mostrar otra cosa que lo que siempre ha mostrado: tibieza y superficialidad. Sus promesas más relevantes tienen que ver con finalizar lo que ya comenzó (?) y trabajar para que "los porteños sean felices". Es decir, una vacuidad sólo comparable con la de su gestión.
  • El posicionamiento que los dos candidatos mayoritarios utilizaron para esta elección muestra una fuerte contraposición. Macri comunicó amor, paz y reconciliación, dejando de lado su permanente tendencia a la queja y la victimización. Filmus transmitió la idea de que era la única alternativa para contar con el apoyo del Estado Nacional, idea que queda bastante desdibujada cuando se advierte el escaso respaldo que le brindó CFK. ¿Resultado? El optimismo onda Ricardo Montaner "garpa" mejor que la chicana pseudoextorsiva. 
  • Las encuestas no son fiables y, además, es posible afirmar que esa falta de fiabilidad juega un rol estratégico en las semanas previas, transformándose en herramientas de manipulación del electorado desprevenido. Da para largo este tema, pero baste decir que la mayoría de los encuestadores aún están buscando la manera de explicar yerros tan burdos. 
  • Por último, la "gente", esa categoría que tan bien dice conocer la decana de las "denunciadoras" nacionales Elisa Carrió. El resultado del comicio no se refleja en las declaraciones de muchos porteños que todavía se resisten a confesar abiertamente que votaron a Mauricio Macri pero celebran en secreto la derrota de Filmus. La mayor parte de los ciudadanos votó por la continuidad de un no-proyecto. Es un voto cómodo que no merece demasiada celebración. El segmento de la ciudadanía que se volcó a Filmus lo hizo desde la ilusión del retorno de una mística militante que no parece compadecerse con el espíritu algo pusilánime de un distrito que no se conmueve con la estética setentista. Una porción de esos votantes mostró sin pudor su encono frente al resultado de la elección. Otros, a sabiendas de que la locomotora del "proyecto nacional y popular" no tiene rivales para su reelección, adoptaron una posición menos beligerante. En todo caso, apelando a las metáforas bélicas tan utilizadas por el kirchnerismo, sintieron que no habían perdido la guerra si no apenas una batalla. Fue sólo una derrota parcial, preludio de la indudable victoria que los espera en octubre. 
Seguramente hay más. Pero me parece innecesario. 

7/01/2011

De interés cultural

La Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires declaró de interés cultural El encuentro, un diálogo ficcional entre Eva Perón y Tita Merello presentado por primera vez en el Museo Evita durante "La noche de los museos".
¿Tengo que aclarar que estoy muy contenta?
Aquí una copia de la declaración 114/2011.

6/18/2011

Seres humanos

Ayer, Marcela y Felipe Noble Herrera presentaron un escrito en el cual solicitan la extracción de muestras para comparar su ADN con el de todos los almacenados en el Banco Nacional de Datos Genéticos. Esta decisión pone fin a casi diez años de batalla legal iniciada a partir de la sospecha de que al menos uno de los dos herederos del fundador del diario Clarín puede ser un menor apropiado en la época de la dictadura. 
Es indudable que deberían haberlo hecho antes. 
También es cierto que la renuncia a seguir litigando no se produce en un momento cualquiera sino justamente cuando el discurso acerca de los Derechos Humanos –cooptado por el oficialismo– está siendo cuestionado a partir de los desmanejos en la organización Madres de Plaza de Mayo.
Durante la Santa Inquisición, las mujeres sospechadas de brujas debían probar que no lo eran. Si no lo hacían, eran condenadas a la hoguera porque la autoridad infería que estaban eludiendo autoincriminarse. Si lo hacían, eran condenadas a la hoguera porque conocer los medios de prueba implicaba el conocimiento de la brujería. 
Salvando las distancias, este caso parece tener una lógica similar: si el ADN de Marcela y Felipe coincide con el de alguna de las familias registradas en el BNDG, ambos serán condenados por haberse negado a la identificación. Si, en cambio, no coincide, el resultado será sospechado de manipulación y descalificado. Si sólo coincide el de uno de los hermanos Noble Herrera, el otro no podrá escapar a las dudas. 
Es lamentable advertir que, de cualquier manera, ambos jóvenes son víctimas. Lo son si se confirma que les fueron sustraídas sus identidades porque eso significa haber sido objeto de una increíble crueldad y de un gravísimo delito. Lo son también si pasaron por una década de persecución y el resultado de la comparación de datos es negativo, aunque en este último caso ellos han sido corresponsables por dilatar el estudio de ADN.
Más allá de las observaciones relacionadas con la actualidad, las teorías conspirativas echadas a correr en las últimas horas no sólo son irrespetuosas sino que desnudan aspectos miserables –o "canallas", como le gusta decir al oficialismo– de nuestra sociedad. Muestran que quienes desde hace años sostienen que los Noble Herrera son menores apropiados no aceptarán otro resultado que el que confirme su suposición. 
Buena parte de la sociedad visualiza a Marcela y a Felipe como dos pequeños indefensos. Otro sector los considera emisarios de una corriente maligna y perversa.
Ni una cosa ni la otra. Son personas. Como yo y como quien está leyendo este texto. Personas a las que una idea –no un ideal– transformó en botín de guerra, en moneda de cambio, en ícono en el cual cada quien ve lo que quiere ver. 
Tal vez sea hora de revisar esa idea que nos hizo olvidar que quien tenemos frente a nosotros, aun en la vereda de enfrente y en franca oposición, es un ser humano. 

6/10/2011

Dedo acusador

Hace ya tiempo escribí –porque lo pensaba y lo sentía– que Madres y Abuelas habían dilapidado su capital de credibilidad acercándose al gobierno de la manera en que lo hicieron. 
Por supuesto, hubo una catarata de críticas sobre mi irreverente afirmación. De alguna manera, me había alineado con los escasos herejes que denunciaban sin ser escuchados o que se permitían una discreta pero firme disidencia. 
No caben dudas de que el rol protagónico que Madres de Plaza de Mayo le dio en su organización a los hermanos Schoklender representa, por ahora al menos, un grosero error. 
No se trata aquí de hacer psicología barata –del matricidio nadie vuelve– ni de apelar al sino trágico incomparablemente expresado por los griegos –de la tragedia nadie escapa. Tras la interpretación de café o la lectura lineal de Edipo se diluirían las dudas sobre el destino de millones de pesos, aviones, autos de lujo, barcos suntuosos, viajes de ensueño.
Pero tampoco se trata de aprovechar la ocasión para hacer leña del árbol caído.  Es difícil creer que Hebe, esa mujer aguerrida, terminante, valiente y puteadora, no tenga la más mínima idea de los desmanejos de su hijo putativo y sus secuaces. 
Pero así como es poco probable que Hebe de Bonafini no estuviese al tanto de los desatinos y excesos de Sergio, también es poco probable que quienes hasta ayer compartían los mismos actos en los mismos lugares de privilegio –y hoy salen a "despegarse" y huyen de Hebe como de la peste– ignorasen las irregularidades que estaban teniendo lugar en la organización Madres de Plaza de Mayo. 
Por lo tanto, ¿por qué no hablaron antes? ¿Por qué no pusieron, con su palabra, un límite a tanto descontrol? ¿Por qué no se diferenciaron a tiempo de esa administración cuestionable? ¿No pensaron que un escándalo de esta índole podía poner en juego el trabajo honesto y comprometido de más de treinta años? ¿No creyeron que la podredumbre los salpicaría también a ellos? 
Hebe de Bonafini es hoy señalada por infinidad de dedos acusadores. Sin embargo, es posible pensar que Hebe se condenó a sí misma. Fue hace ya tiempo. Cuando su propio dedo acusador censuró a quienes no pensaban como ella. Cuando se autoproclamó dueña de la verdad. Cuando creyó que había llegado el momento de la revancha. Cuando olvidó que si los motivos son equivocados, aunque las acciones sean correctas no conducen sino al error.
El saldo de tanto descontrol es, por ahora, un nuevo slogan: "Los pañuelos no se manchan". Una expresión vacía. Una frase futbolera nacida para justificar la renuncia, el deshonor y la traición a los principios. Un magro consuelo para quienes de verdad han defendido siempre la causa los Derechos Humanos.


4/02/2011

Malvinas

El 2 de abril de 1982 yo tenía 23 años, un embarazo de cinco meses, un departamentito en Villa Devoto y la rebeldía genética ahogada en la seguridad de esa vida previsible. 
Sin embargo, esa mañana, los anestésicos no funcionaron. 
Cuando abrí la puerta de casa para buscar el diario y vi el titular tamaño catástrofe que anunciaba la toma de las Malvinas por parte del agonizante gobierno de facto, estallé. 
Fui hasta el living, prendí la tele. Mi panza y yo nos sentamos a ver las noticias. No entendía por qué habíamos pasado de una multitud que repudiaba a Galtieri apenas tres días antes, a una multitud que, ese 2 de abril, se movilizaba aclamando la invasión a las islas. No entendía cómo ese régimen sádico tenía, de pronto, tanto apoyo. No entendía cuándo se darían cuenta del engaño. Grité y protesté, con la sola compañía de mi bebé por nacer. 
Con el correr de los días, la gravedad de la situación crecía de manera directamente proporcional a la euforia. La solidaridad ciega recaudó joyas y objetos de valor para colaborar con la incipiente guerra. La mendacidad del generalato nos contaba una historia triunfal que sólo los ignorantes o los ingenuos podían creer. La mezquindad de ese régimen exhausto exponía a miles de jóvenes argentinos a una muerte por hambre, por frío, por abandono, por miedo, por tristeza, por falta de preparación mientras les cantaba la canción mística de que eran elegidos que morían por la Patria. 
Indignada, cada día más indignada con una indignación que gritaba a los cuatro vientos, recibí un consejo de mi marido: "Llamate a silencio, sobre todo cuando no sabés con quién estás hablando". Tenía razón. De nada valía hablar cuando casi todo el país se había montado a un triunfalismo que respondía más a una necesidad que a la realidad. 
Para mí, los días de Malvinas fueron días tristes, ofensivos, en los que me parecía estar viviendo en un país de sonámbulos que bailaban y saltaban frenéticamente celebrando una tragedia. 
Juan, mi hijo, nació el 31 de julio. La guerra ya había terminado. La pena y la vergüenza no. 

Hoy, a 29 años de ese día, mi recuerdo para quienes dejaron su vida por una bandera noble enarbolada por manos innobles. 

3/28/2011

Bloqueo a Clarín: no es el tema, es la excusa

No compro Clarín, lo que no quiere decir que no forme parte de mi rutina cotidiana de lectura de medios online. 
No me resulta simpático Clarín. Tal vez el repetido mensaje del oficialismo sobre sus oscuras intenciones haya surtido en mí el mismo efecto de descreimiento que me producen los informes de 678. Aunque, reconozco, Clarín sigue siendo un diario que pertenece a una empresa privada que, como tal, tiene derechos, obligaciones y libertad tanto para definir una línea editorial como para obtener dividendos de sus productos.  
De todos modos, en cuanto al bloqueo que impidió la distribución del diario y sin perjuicio de lo que significó como restricción a la libertad de expresión, para mí Clarín no es el tema sino la excusa. Un objetivo fácil que distrae de la pelea de fondo que, por estos días, se da entre el Ejecutivo y la corporación sindical. 
Cuando la hipótesis generalizada es que el gobierno se asocia a la CGT para renovar sus embates contra Clarín, se me ocurre que podríamos ensayar otra dirección de pensamiento.
Por ejemplo, ¿qué sucedería si el silencio del gobierno no se debiera a su encono contra el diario de Ernestina y Magnetto y, en cambio, tuviese su origen en una nueva vuelta del tuerca del "apriete" moyanista?
En ese escenario, las declaradas ambiciones de poder del "compañero Moyano" son cada vez más declaradas y, también, cada vez más virulentas. El elenco oficial, por su parte, ya viene silenciando los poco simpáticos acuerdos que ha formalizado con el saadismo y con el menemismo –dos hoy alicaídos monstruos que otrora le sirvieron para demonizar el pasado– y no tiene demasiado margen para recibir en sus filas –y en sus boletas– a otro huésped indeseado al que la sociedad termina aplicándole en las urnas el derecho de admisión. Y, obviamente, a Moyano no le gusta que lo dejen fuera de la fiesta. Entonces viene el "apriete". Y no a Clarín sino a la primera mandataria.
¿Por qué el gobierno calla? Porque, aunque quiera, no puede enfrentarse a Moyano. Si bien desde la muerte de Néstor el kirchnerismo vive una progresiva "desperonización", no puede prescindir del aparato sindical para gobernar y aun no sabe si puede hacerlo para salir victorioso en las próximas elecciones.
¿Por qué la oposición calla? Porque sería poner a CFK en posición de víctima y, por lo tanto, elevar la percepción positiva que de ella tiene el electorado. Una mujer, viuda reciente, todavía no recuperada del dolor por la pérdida y, además, intimidada y amenazada por el aparato sindical es un cóctel ganador. 
¿Por qué Clarín también calla? Porque aprovecha para victimizarse. Luego de tantos ataques, es lo que mejor sabe hacer para obtener adhesiones y no deja pasar la oportunidad de ponerse en el centro de una pelea que, en este caso, no es suya.
En este hipotético escenario, Cristina está presa de una paradoja autogenerada: lo incluya o lo excluya de su proyecto de reelección, Moyano siempre resta.
Es una hipótesis. Nada más que eso.

3/24/2011

37 segundos

Ya no recuerdo si llovía. Ya no recuerdo qué día de la semana era. Ya no recuerdo qué hice.
Sí recuerdo que sentí un miedo enorme y difuso como un fantasma amenazante, que no comenzaron las clases, que la presencia militar en las calles era tal cual se ve en este video.
Sí recuerdo que tuve la certeza de que todo había cambiado para siempre.
Hoy, que vuelvo a escuchar este lacónico comunicado, me estremece comprender que todo lo que sucedió después estaba dicho en estos escasos 37 segundos.