9/29/2009

Peligrosamente cerca

Ayer, en su exposición en el Honorable Senado de la Nación, Hebe de Bonafini declaró:
"Si no estás con esta ley, estás con la dictadura sangrienta."
Casi cualquier argumento fundamentado en la lógica binaria es falaz. Entre la ley de la dictadura, bajo la que vivimos todos estos años, y la ley que, con singular premura, propone el Poder Ejecutivo hay infinitas posibilidades.
Explorarlas en función del mayor beneficio para la ciudadanía es deber de nuestros legisladores. Aprobarla "sin cambiar una coma" supone, en cambio, una actitud autoritaria y, por lo tanto, poco democrática que sigue acercando al oficialismo al territorio que tanto ha denostado y en oposición al cual construyó mucho de su actual poder.

Siembra vientos

... y durante mucho tiempo, cada día, de mil maneras distintas, insistieron para que los menos favorecidos, en lugar de querer dejar de serlo, desearan que los más favorecidos conocieran el infierno...

Y lo lograron.

9/26/2009

Ley de Medios

¿Es posible hacer el bien desde una intención cuestionable?
¿Es legítima una iniciativa que responde sin disimulos a una puja de intereses ajenos a la ciudadanía?
¿Es justo manipular a la opinión pública sembrando el miedo, la desconfianza y hasta el odio?

Estas son algunas de las preguntas que me hago mientras se debate la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.
La discusión ha perdido el espíritu de cualquier ley: la aspiración al bien común, y se ha transformado en un enfrentamiento de tablón en el que, más que el buen juego de un equipo, se defiende ciegamente una camiseta. Entonces todo se reduce a obtener una victoria sin importar los medios a los que haya que apelar para lograrla.
Es obvio que mis preguntas tienen que ver con la ética.
Es obvio, también, que todas valen tanto para el Gobierno como para el Grupo Clarín.

No me mientan. Y si me van a mentir, al menos hagan el esfuerzo de ser creíbles.

9/24/2009

Viene a cuento

Alcohol is a very necessary article ... It makes life bearable to millions of people who could not endure their existence if they were quite sober. It enables Parliament to do things at eleven at night that no sane person would do at eleven in the morning.

G.B. Shaw


9/17/2009

Semestre de desatinos

Unos tres meses atrás, un conocido periodista expresaba en su blog la preocupación por el resultado de las inminentes elecciones legislativas. Dejé un comentario en el cual le decía que a mí no me preocupaba tanto el resultado como el largo período que tendríamos que transitar hasta que se produjera el recambio.
No me refería sólo a las flagrantes manipulaciones del oficialismo en pos de sanciones relámpago. Pensaba también que la oposición tendría un pobre desempeño e imaginaba que los representantes de intereses corporativos instrumentarían una estrategia de ataque aún más agresiva.
Lo que nunca pensé fue que vería tanto debate estéril y tanta mezquindad. Tanta falsa invocación a valores, derechos y principios.
No se me ocurrió que presenciaría el espectáculo deprimente de las quejas ñoñas –"señorita, señorita, ese nene me sacó la goma"– o el descarado lobby pro "monopolio" de algunos diputados opositores.
No creí que un gobierno que se autoproclama defensor de la calidad institucional y que no pierde oportunidad de execrar la dictadura, continuara apelando a subterfugios lindantes con la ilegalidad, a metáforas bélicas y a un lenguaje profundamente violento.
No vislumbré que el control abusivo y mentiroso que se viene ejerciendo sobre la información estadística se extenderia a otras áreas. Ni que algunos medios masivos serían tan indisimuladamente parciales –en uno u otro sentido–, al punto de producir información tendenciosa y poco creíble, poniendo a lectores, oyentes y televidentes en el lugar de idiotas.
Sí advertí –y lo dije– que la lucha entre intereses sectoriales no sólo ignora las necesidades de la ciudadanía sino que, además, la expulsa de la discusión.
¿Cuánto tiempo le llevará a la Argentina corregir los efectos nefastos de este semestre de desatinos?
Con grandes poderes económicos heridos y en busca de revancha, con un gobierno de enceguecida persistencia en el autoritarismo y la soberbia, con una oposición que está a la –escasa– altura del oficialismo, seguramente mucho.

9/02/2009

Semilla violenta

Desde hace un tiempo, la violencia en la cual estamos inmersos no sólo se manifiesta en los robos, tomas de rehenes, secuestros y asesinatos. También está la violencia muda. La de los chicos en situación de calle, la del hambre, la pobreza y la exclusión. Esa mano invisible que nos pega en la cara cuando no la damos vuelta para no ver.
Sin embargo, éstas no son las únicas formas de violencia que nos atraviesan. Cada día un poco más, la violencia verbal gana terreno en nuestras vidas. De manera casi imperceptible, va deslizándose en el lenguaje cotidiano y se instala ahí sin escándalo, como un potente anestésico administrado en pequeñísmas dosis.
Está en el discurso oficial –a todo nivel– grandilocuente, descalificador y confrontativo. Está en las constantes denuncias de la oposición, algunas de ellas temerarias y apocalípticas. Está en funcionarios –o aspirantes a funcionarios– a los que "les salta la térmica" o "se les sale la cadena" cuando proponen "moler a golpes a los chicos que roban" o "unirse y quemar a las ratas que viven en el barrio de atrás (una villa)". Está en los agredidos u ofendidos que se autoproclaman dispuestos a hacer justicia por mano propia.
Está en los titulares de algunos medios, caníbales de la realidad, que repiten hasta el cansancio noticias que, además de ser malas, tienen el plus de ser maliciosamente transmitidas. Está en cada mentira y en cada chicana. En cada intento de manipulación.
Vivimos en un ambiente enrarecido. Quien no piensa como yo es mi enemigo. Quien tiene más no lo ha ganado trabajando sino arrebatándoselo a los que menos tienen. Reina la desconfianza a tal punto que hasta las medidas que podrían ser buenas son cuestionadas "por si las moscas". Nadie espera algo bueno del prójimo.
Hemos olvidado lo que significan las expresiones "bien común" y "buenas intenciones". Entonces todo se torna violento. Aunque no nos demos cabal cuenta, aunque creamos que no nos atañe ni nos mancha, la violencia está ahí y hace su aparición cada vez con más frecuencia, bajo la forma de una frase que es un vómito maloliente, un insulto desembozado, una prejuiciosa descalificación. Sin más ideal que la ofensa, sin más objetivo que la destrucción del otro.
Hubo un momento en que lo que hoy vivimos era latencia, era semilla. Y fue sembrado. Y permitimos la siembra con nuestra usual nonchalance, madre de la actitud –que está entre la de una Doña Rosa horrorizada y la de una Heidi sorprendida en su inocencia– con la que nos damos por enterados de los desastrosos efectos de la indiferencia colectiva.