12/05/2015

22 de noviembre de 2015

Ya está. Se terminó el gobierno que –para mí– fue el paradigma de la mentira, el maltrato, la descalificación, la extorsión y la corrupción. 
La mentira de la pobreza y de la inclusión, una mentira obscena porque, por si nunca te lo pusiste a pensar, ¿por qué en 12 años no se redujo la cantidad de personas alcanzadas por planes y subsidios mientras, día a día, el gobierno nos decía que las cosas iban cada vez mejor? ¿Por qué no tuvo cada ciudadano acceso a la dignidad de ganarse su sustento y pagar con él sus cuentas si, supuestamente, vivíamos la gloria de un país que crecía sin límites? 
El maltrato y la descalificación a quienes no pensaban lo mismo, realizado desde medios pagados por todos. Las reiteradas ofensas provenientes de miembros del gobierno y de militantes, que provocaron, durante un largo tiempo, el silencio casi temeroso de los disidentes. Las etiquetas despectivas. El autoritarismo legislativo. ¿No te sentiste, más de una vez ninguneado y hasta atemorizado por las expresiones de los integrantes del gobierno y también por las descalificaciones más o menos veladas de algunos de tus amigos y conocidos? A mí me cupieron los calificativos de "ignorante", "gorila", "cerebro liso", "cacerola", "cipaya"... y tantos otros que dejé pasar ejerciendo lo mejor que me dejó este gobierno como aprendizaje: el derecho al silencio. 
La extorsión de los carpetazos, la de la administración discrecional de los fondos públicos, la del "votando por un plan". ¿No te diste cuenta de que el dinero "del gobierno" no es del gobierno, es tuyo, mío, delvecino, haya votado a quien haya votado, y que somos todos nosotros los que pagamos obras que son solamente cáscara porque el interior está vacío e inconcluso, planes sociales, contratos estatales, subsidios al consumo como el Ahora 12, viajes con dólares baratos? Es TU plata, no la del gobierno. 
La corrupción que mató argentinos en Once, la de los bolsos con dinero, la de los sueños compartidos, la de los hoteles vacíos que generaron ganancias extraordinarias, la del narcotráfico. La que todavía hace que no sepamos qué pasó con Alberto Nisman. ¿No te parece increíble que pocas horas después de los atentados en París hayan dado con los responsables y nosotros todavía no sepamos ni siquiera si al fiscal lo mataron, lo indujeron o se suicidó? 
La mentira, el maltrato, la descalificación, la extorsión y la corrupción son formas de violencia. Estos 12 años han sido años de un gobierno profunda y sofisticadamente violento. Años de disgregación social, por dejar lo económico de lado porque, en todo caso, lo que los resultados muestran es que también existe la dignidad. 
Yo sé que hay personas que están tristes y que hoy tienen miedo, ese miedo que quisieron inscribir en muchos otros, los que no pensábamos igual que ellos. Me apena la tristeza de los que creen honestamente en los malos augurios, los que sienten que van a perder sus logros. Pero la vida es así. Hoy muchos votamos un cambio. Hay un ciclo que se cierra y otro que se abre. 
Yo voté por el cambio porque creo que ese cambio es necesario. El tiempo dirá si satisface mis expectativas. Si no lo hace, tengo la herramienta más poderosa que la democracia otorga: mi voto. 
Y, ahora, como siempre, a trabajar.

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