12/05/2015

De ahora en adelante, todo será distinto

Su propio partido/movimiento/agrupación lo votó con asco, con desconfianza, con la nariz tapada y hasta con desgarro (del alma, of course). Fue ninguneado al punto de que se difundió el slogan: "el candidato es el proyecto", cosa de sustraerle el nombre a cualquier posible victoria (veremos si lo reservaron para este traspié). 
Cada vez que trató de ganar voto peronista o indeciso apareció alguien a su lado para recordar cuán kirchnerista debía ser el mensaje. Y cada vez que kirchnerizaba su mensaje veía cómo se le escurrían los votos independientes, esos que necesitaba para arrimar el bochín. 
Recibió el desprecio de los propios y la frialdad de los ajenos. 
Le pusieron un cancerbero junto a cada candidato. Un aspirante a gobernador del distrito más importante del país que, se sabía, tenía altísimos índices de imagen negativa (pero, claro, es un maestro de la chicana). Y un collar de sandías con el último spot de campaña que tanto entusiasmó a los kirchneristas "de paladar negro" y que lo mostraba siempre como un ladero, en segundísimo plano, como una sombra de Néstor y Cristina. 
Gritaron a los cuatro vientos que lo iban a manejar desde las Cámaras, con La Cámpora en puestos estratégicos, con Ministerios afines o con el poder de la conducción de Cristina. 
Algunos declararon que iba a ser un presidente de transición y otros, simplemente, dijeron que su líder seguiría siendo Cristina. 
Es fácil echarle la culpa a Lanata, a Clarín, a La Nación o a la clase media sin cerebro. Lo difícil es aceptar que Cristina, como cualquier líder carismático, estuvo más preocupada en no dejar un heredero que pudiese empañar su reinado que en la continuidad de un proyecto que alguna vez supo tener una abrumadora aceptación. 
Todavía no hay nada definido. Scioli aún puede ser presidente porque le conocemos 20 años de persistencia en el felpudismo explícito. No importa, de ahora en adelante todo será distinto.



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