4/29/2010

Mañana, en la Feria del Libro

Mañana, viernes 30 de abril a las 19hs. en el stand de la Revista Ñ, moderaré la mesa Blogs y literatura.

Los invitados son:

Miguel Wiñazki, Secretario de Redacción de Clarín y autor de la blogonovela Niebla del Riachuelo
Alfredo Jaramillo, Licenciado en Comunicación social, blogger y profesor de la Universidad de Quilmes
Margarita García, escritora
Nicolás Zamorano, autor de la blogonovela Yo, adolescente

Gracias a Vanina Berghella por la invitación.


4/25/2010

Agradecimientos

A mis hijos, familiares y amigos, que "me hicieron el aguante".
A Paula Carri y Laura Brizuela, que cubrieron de manera excelente todo lo sucedido el viernes. Los videos que tomó Paula en la sala Borges recorrieron la web y fueron reproducidos por los canales de televisión que no habían enviado corresponsales. Su nota en Página/12 fue la primera en dar cuenta del escándalo. Laura es la autora de la nota publicada en Infobae.

A Omar Genovese, que –con su habitual apasionamiento– difundió lo sucedido (incluyendo la sustracción de mi billetera y la bizarra escena del stand de Planeta).
A todos los medios que reprodujeron la noticia, especialmente a los que tuvieron la gentileza de contactarme.
Y, por supuesto, a Hilda, ya que por ella estuve ahí compartiendo la presentación del libro y como testigo privilegiada de los incidentes.

Mi verdad: historia de una presentación trunca

El viernes pasado, mientras se desarrollaba la presentación del libro de la doctora Hilda Molina en la Feria del Libro, un grupo de manifestantes procastristas interrumpió el acto con gritos, insultos, provocaciones y agresiones de diverso calibre.
Yo estaba allí en calidad de panelista de modo que, desde el escenario de la sala Jorge Luis Borges, podía ver los extraños movimientos de algunos concurrentes y, avisada de la presencia de personas pertenecientes a la Embajada de Cuba en la Argentina, percibía la inminencia de lo que después sobrevino.
En algunos de nuestros encuentros durante la etapa de edición del libro, la doctora y yo habíamos conversado acerca de la posibilidad de que, llegado el momento de un encuentro público, tuviésemos que enfrentarnos a una manifestación organizada de repudio.
Curiosamente, quienes se expresaron de manera más violenta no eran cubanos sino argentinos. Intolerantes, nada dispuestos a un diálogo al que Hilda sí estaba abierta, haciendo gala de proverbial ignorancia y dirigidos por quién sabe qué intereses, estos hombres y mujeres tenían un solo objetivo: acallar la voz de alguien que, conociendo y habiendo vivido, estudiado y trabajado bajo el gobierno de Fidel Castro, se atreve a publicar sus vivencias que, por cierto, no coinciden con la imagen que de sí mismo difunde dicho gobierno. Del otro lado, los detractores del régimen desplegaron carteles con imágenes de presos políticos.
La doctora Molina, fiel a su determinación y convencida de que abandonar el escenario era otorgarle el triunfo a la turba, no quería suspender la presentación. Se mantuvo en esa posición hasta que el personal de seguridad de la Feria y de la policía metropolitana llenó la sala y, viendo que la violencia no cedía, aconsejó a los responsables de la editorial que dieran por terminado el encuentro.
Minutos después, rodeada de efectivos policiales, Hilda fue retirada del lugar por una puerta lateral y conducida hasta el estacionamiento.
En medio de la confusión, descubrí que me habían robado la billetera y, con ella, toda mi documentación personal, lo que quedará para la anécdota y recordaré durante los numerosos trámites que deberé efectuar en las próximas semanas.
Los manifestantes se dirigieron con sus cánticos y gritos ofensivos hacia el stand del Grupo Editorial Planeta. Allí tuvo lugar una escena extraña: mientras Ari Paluch firmaba ejemplares de su segundo "combustible espiritual" –como su nombre lo anuncia, un libro que refiere a la capacidad de incrementar nuestros aspectos más positivos– frente a una fila de varias decenas de personas, los militantes procastristas repetían sus consignas ofensivas. Minutos después, se retiraron caminando por los pabellones de la exposición. Nadie se les acercó, no fueron reprimidos ni invitados a retirarse y en todo momento se movieron con total libertad.
Para mí, la noche terminó haciendo la denuncia policial en la Comisaría 23ª.
Ayer durante todo el día atendí requisitorias periodísticas.
Más allá de mi posición personal –que no tengo inconveniente en compartir y explicitar públicamente y que se sintetiza en tres sencillas frases: Fidel Castro me parece un hombre de un enorme carisma e inteligencia; si en Cuba se vive un clima de justicia y el pueblo goza de los beneficios de un sistema igualitario, debería poder salir libremente porque no existe ningún riesgo de que no quiera regresar; y, por último, el bloqueo a la isla me parece una crueldad innecesaria, un sinsentido (aunque, si avanzo un poco en mi pensamiento, debo decir que no estoy segura de cuál sería el destino y la razón de ser del régimen si mañana mismo se levantara el bloqueo)– sentí que mis respuestas debían ceñirse a mi trabajo, al recorrido compartido con la doctora Hilda Molina y al profundo respeto que siento no sólo por ella y su familia sino también por todo el pueblo cubano.
Sentí, también, que cualquier expresión que virtiese sobre la situación política y social de Cuba significaría avanzar sobre un terreno que no es de mi incumbencia. No puedo amar ni odiar, defender ni atacar aquello que no conozco.
Sí puedo, en cambio, decir que Mi verdad cuenta la historia de una mujer que, por su compromiso y por su sentido del deber, accedió al contacto con los principales dirigentes de un gobierno que ya lleva más de cincuenta años en el poder.
Es su experiencia lo que dictó cada una de sus palabras. Esas palabras transmiten su mirada, no la de la disidencia. Esas palabras revelan sus contradicciones, no las del régimen.

4/20/2010

"Mi verdad" en la Feria del Libro

El próximo viernes 23 de abril, en el marco de la Feria del Libro, se presentará Mi verdad, el libro de la doctora Hilda Molina.
Por un especial pedido de ella, seré parte del panel.
Será un placer.
Están todos invitados.

Feria del Libro – Sala Jorge Luis Borges
23 de abril a las 20.30

4/11/2010

Hilda e Hilda

Suelo decir que mi trabajo, además de apasionarme, me da la oportunidad de construir vínculos estrechos con personas a las que, de otro modo, no habría podido llegar a conocer.
En los últimos seis meses tuve el honor trabajar en la edición de Mi verdad. De la Revolución Cubana al desencanto: la historia de una luchadora, el libro en el cual la doctora Hilda Molina cuenta su vida.
Más allá de la historia en sí, atravesada casi en su totalidad por las alternativas del régimen castrista, antes que a la doctora, a la diputada, a la mimada de Fidel Castro, a la científica reconocida internacionalmente o a la directora del afamado Centro de Restauración Neurológica de La Habana, tuve la oportunidad de acercarme a una mujer.
Mientras Hilda construía este recorrido por más de sesenta años en los que enfrentó, antes que nada, sus propias contradicciones, y yo me dedicaba a editar el texto respetando la singular expresión del español de Cuba, varias veces nos encontramos conversando de temas que poco tenían que ver con la labor que compartíamos. Y siempre lo hacíamos frente a la mirada vivaz de la otra Hilda, la madre de la doctora, la señora Hilda Monejón
Ambas me brindaron, durante este tiempo, su afecto y su confianza; su calidez y su ternura.
A medida que avanzábamos en el trabajo y yo iba conociendo los detalles de sus vidas, pude corroborar que la descripción de Hilda Molina sobre sí misma y sobre su madre es completamente ajustada a la realidad.
La doctora es una mujer brillante, con la mente aguda y rigurosa de una científica. Carga con un sinnúmero de penas, tribulaciones y autocuestionamientos que suele expresar de manera descarnada, como si tuviese la secreta necesidad de llegar al fondo para revisar cada bifurcación del camino y comprender cabalmente cada una de sus elecciones. A veces es muy dura consigo misma porque, lejos de considerar que "uno hace lo que puede", cree que "uno debe hacer lo mejor, lo excelente, lo más cercano a la perfección". Sin embargo, al conocerla un poco más, es fácil descubrir que Hilda es una mujer profundamente femenina y de delicada sensibilidad. Una sensibilidad que, como cuenta en su libro, cautivó a Fidel Castro.
Hilda Monejón, por su parte, es una mujer de serena firmeza, de un gran sentido del humor y con una inusual capacidad de transformar el sufrimiento en sabiduría. Su mirada de más de noventa años sigue siendo joven y lúcida.
Sus palabras, chispeantes e inteligentes. Su risa, abierta y contagiosa, no ha sido mellada por el dolor.
Estos meses que compartimos fueron de una intensa labor que hoy se ve reflejada en Mi verdad. Lo que no se ve pero nosotras tres sabemos es de cuánto cariño y gratitud son capaces estas dos mujeres.