Los que no me conocen piensan que soy odiosa o, en el mejor de los casos, muy corta de vista. Los que acaban de conocerme creen que soy antipática. Los que me conocen bien saben que soy terriblemente tímida, que padezco un respetable grado de fobia social –sobre todo cuando se trata de grandes grupos de personas–; que, por más que se me dibuje una sonrisa agradable, sufro horrores en situaciones de exposición pública, y que soy mejor escribiendo que hablando.
Hechas estas consideraciones, paso a contar mi experiencia en el RosarioBlogDay. El desafío se inició con la partida de Buenos Aires: Pato Danna (una vieja amiga que hasta ayer no twitteaba), Andy Jofré (a quien había visto sólo una vez), Alejandro Marticorena y Pablo Bullrich (de los que apenas conocía sus voces en el teléfono) y yo al volante salimos a la ruta el jueves al caer la tarde luego de apresurados saludos y presentaciones. Amparada por mi condición de piloto de ese curioso colectivo, me concentré en el volante y hablé poco. Pasadas las once de la noche llegamos a Rosario, para ser más precisa, al restaurant Amarra donde nos esperaban los organizadores y casi todos los visitantes para una cena de bienvenida. Ahí tuvo lugar mi primer episodio de taquicardia cuando me dijeron: "Presentate" mientras me invitaban a ponerme de pie para que los más de veinte presentes –para mi gusto, toda una multitud– pudieran verme. Balbuceé las pocas palabras que me salieron, como siempre, amontonadas y casi inaudibles, y volví a sentarme con la mirada clavada en la bruschetta que llenaba mi plato. Finalmente, después de los brindis y la despedida, cada uno partió para el hotel que gentilmente nos habían reservado los organizadores.
El viernes por la mañana, con toda la energía y en un lugar precioso junto al río, abrió el RosarioBlogDay. Durante todo el día, los asistentes escuchamos conferencias y asistimos a talleres que nos pusieron en contacto con el caos colorido y displicente de Pablo Mancini, la calidez de Vanina Berghella, la claridad de Guillermo Lutzky, la frescura de Marta Repupilli y los alumnos que participan en el proyecto Prevenblogs, el dinamismo de Pablo Bullrich y los "Federigasicos" (Federicos rosarinos: Picone y Aikawa), la seriedad de Angel Elías, la eficiencia de Leo Piccioli y la dulzura de María Julia Gutiérrez, por sólo mencionar a unos pocos.
Protegida por la oscuridad de la sala de conferencias pude eludir las charlas masivas y dedicarme, en las interrupciones, a entablar conversaciones más íntimas –grupos de hasta cuatro personas no me paralizan–, interesantes y enriquecedoras como la que tuve con María Julia durante el almuerzo o con Gustavo y Agustín mientras fumábamos uno que otro cigarrillo mirando el Paraná.
La noche, con cena de despedida incluida, fue en Silos Davis: más que abundante tapeo, ríos de cerveza –que no tomé precisamente yo, más proclive a la Coca Light– y la vista maravillosa del puente Rosario-Victoria desde un deck al que me prometí volver para disfrutarlo con calorcito y luna. Ahí en los silos la charla me fue más fácil.
El sábado temprano –pero no tanto– emprendimos el regreso. Andy se quedó en San Lorenzo visitando a su familia así que sumamos a Paula Carri y, en alegre montón, salimos a la ruta con un asiento trasero a puro Twitter que relataba nuestra recorrida con todo detalle.
Aunque estuve siempre –o casi– calladita debo decir que a pesar de todas mis limitaciones disfruté muchísimo del Primer RosarioBlogDay. Seguramente, ahora que hay muchas caras conocidas, el próximo me será más fácil. Por eso y por la cálida hospitalidad de los amigos rosarinos, allí voy a estar.
No soy muy de links pero este post los merece y están plenamente justificados.
Hechas estas consideraciones, paso a contar mi experiencia en el RosarioBlogDay. El desafío se inició con la partida de Buenos Aires: Pato Danna (una vieja amiga que hasta ayer no twitteaba), Andy Jofré (a quien había visto sólo una vez), Alejandro Marticorena y Pablo Bullrich (de los que apenas conocía sus voces en el teléfono) y yo al volante salimos a la ruta el jueves al caer la tarde luego de apresurados saludos y presentaciones. Amparada por mi condición de piloto de ese curioso colectivo, me concentré en el volante y hablé poco. Pasadas las once de la noche llegamos a Rosario, para ser más precisa, al restaurant Amarra donde nos esperaban los organizadores y casi todos los visitantes para una cena de bienvenida. Ahí tuvo lugar mi primer episodio de taquicardia cuando me dijeron: "Presentate" mientras me invitaban a ponerme de pie para que los más de veinte presentes –para mi gusto, toda una multitud– pudieran verme. Balbuceé las pocas palabras que me salieron, como siempre, amontonadas y casi inaudibles, y volví a sentarme con la mirada clavada en la bruschetta que llenaba mi plato. Finalmente, después de los brindis y la despedida, cada uno partió para el hotel que gentilmente nos habían reservado los organizadores.
El viernes por la mañana, con toda la energía y en un lugar precioso junto al río, abrió el RosarioBlogDay. Durante todo el día, los asistentes escuchamos conferencias y asistimos a talleres que nos pusieron en contacto con el caos colorido y displicente de Pablo Mancini, la calidez de Vanina Berghella, la claridad de Guillermo Lutzky, la frescura de Marta Repupilli y los alumnos que participan en el proyecto Prevenblogs, el dinamismo de Pablo Bullrich y los "Federigasicos" (Federicos rosarinos: Picone y Aikawa), la seriedad de Angel Elías, la eficiencia de Leo Piccioli y la dulzura de María Julia Gutiérrez, por sólo mencionar a unos pocos.
Protegida por la oscuridad de la sala de conferencias pude eludir las charlas masivas y dedicarme, en las interrupciones, a entablar conversaciones más íntimas –grupos de hasta cuatro personas no me paralizan–, interesantes y enriquecedoras como la que tuve con María Julia durante el almuerzo o con Gustavo y Agustín mientras fumábamos uno que otro cigarrillo mirando el Paraná.
La noche, con cena de despedida incluida, fue en Silos Davis: más que abundante tapeo, ríos de cerveza –que no tomé precisamente yo, más proclive a la Coca Light– y la vista maravillosa del puente Rosario-Victoria desde un deck al que me prometí volver para disfrutarlo con calorcito y luna. Ahí en los silos la charla me fue más fácil.
El sábado temprano –pero no tanto– emprendimos el regreso. Andy se quedó en San Lorenzo visitando a su familia así que sumamos a Paula Carri y, en alegre montón, salimos a la ruta con un asiento trasero a puro Twitter que relataba nuestra recorrida con todo detalle.
Aunque estuve siempre –o casi– calladita debo decir que a pesar de todas mis limitaciones disfruté muchísimo del Primer RosarioBlogDay. Seguramente, ahora que hay muchas caras conocidas, el próximo me será más fácil. Por eso y por la cálida hospitalidad de los amigos rosarinos, allí voy a estar.
No soy muy de links pero este post los merece y están plenamente justificados.
7 comentarios:
Hoooola Lau, la verdad es una gran sorpresa como lo redactaste... me gusta... en la parte del cigarrillo en Davis te olvidaste de decir que por momentos la brisa nos llegaba hasta los huesos...frio! espero que estés bien y estamos en contacto... Saludos a los chicos del viaje cuando lean este comment! saludos!
che loca me hiciste emocionar!! la verdad que no se noto lo de tu timidez!! el dia que te destapes no se que va a pasar!!
besos
Hola Laura, opino como Marta. No es taaan así lo de la fobia social. Al menos de afuera no se percibe tanto. Espero nos veamos antes del próximo. besos!
Leyendo tu post, el de Eduardo Betas, el de Paula Carri o el de Pablo Bullrich siento lo mismo: ¿por qué carajo no fui?
Laura laura laura!!! Que lindo post! :) no pude hablar mucho con vos (fue un evento tan vertiginoso, que deberia haber durado 3 días para poder charlar con todo el mundo), pero es muy lindo lo que contaste en este post.
Está bueno que lo digas. Quien te dice. Tal vez el Blog sirva como algo mucho más importante que una forma de comunicación.
Te mando un abrazo! Y ojala nos podamos juntar todos los bloggers otra vez (linda excusa el blogday)
Hola Laura!
Me gusto mucho leer tu post, pero me mucho gusto mas conocerlas. Tambien recuerdo con mucho afecto las charlas con las reflexiones y las risas. Espero que se repitan pronto.
Cariños desde Tucuman.
Hola, Lau. Medio fuera de tiempo te mando este comentario. No recuerdo ahora cómo llegué hasta este blog tuyo, pero nada, quería agradecerte otra vez por llevarme y traerme, pero más quería agradecerte por la buena onda y por (pese a la timidez, que la entiendo por experiencia propia) dejarnos ver la hermosa persona que sos.
Te mando un beso grande.
Ale Marticorena.
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