Hay un corte de luz en mi manzana.
Es como si el mundo se acabara en la vereda.
Desde el sillón veo el espectáculo de las vidas vecinas.
El anciano de enfrente asiste a su mujer inválida
al igual que todas las noches pero hoy,
amparada en la oscuridad, veo en sus pasos y en sus gestos
el amor y la resignación.
Un grupo de muchachos canta en la puerta de la fiambrería,
sin más realidad que los viejos vinagres,
sin más horizonte que Luca y el vidrio marrón de la cerveza.
Se escuchan sirenas y perros y los pasos agitados de los vecinos
que van y vienen sobre la escalera de metal.
¿Qué pensará la pareja de holandeses que vive aquí al lado
de esta ciudad donde la luz es esquiva y el silencio hace cuerpo en la noche?
Cada tanto, un auto ilumina la calle y el reflejo es esperanza
de visión recuperada.
Mi nombre es Edgar, ¿en qué puedo ayudarla?
dijo amablemente y le expliqué que estoy sin luz.
Necesitó saber desde qué lugar de este infierno desconectado
estaba hablándole.
Sí, respondió con voz automática y sabiduría de recóndito call center,
tenemos un problema en la línea de megatensión
y el servicio estará restablecido en tres horas
aproximadamente, señora.
Agradecí.
Y ahora escribo porque sé que la llegada de la luz
suspenderá esta pausa obligada en la que mis pensamientos hablan.
Que en poco tiempo habrá otra vez ese orden invariable
de mis noches azules de televisión.
Y escribo porque sé que, de no hacerlo,
lamentaré haber perdido estas palabras,
que los ojos volverán a engañarme,
que estaré, otra vez, sin suministro.
2 comentarios:
Muy bonito. A pesar de que a primera vista pudiera parecer lo contrario las paradojas son el fenómeno más natural del mundo. Estar a oscuras es la mejor forma de ver...
un abrazo
Una pausa obligada, que para nosotros los que te leemos, el que vos te quedes sin suministro, es toda una aventura de letras y de mundos, y de luces.
Gracias una vez más, por dejar tu letra-vida, aún sin suministro.
Jane
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