8/18/2007

Anestesia

A veces uno anda por la vida anestesiado. Sabe que las cosas lo tocan. Lo advierte con un sentimiento casi ajeno, como cuando el dentista trabaja en nuestra boca pero no duele, son sólo movimientos, trajinar en un espacio que suele ser nuestro pero que la química nos ha arrebatado temporariamente. Las palabras de los otros nos suenan lejanas como el corte del bisturí en la carne dormida. Las propias se desvanecen sin haber sido dichas. No hay nada que decir porque se ha dicho tanto. No hay nada que callar porque tanto se ha callado. Y no hay nada que perder porque lo que se ha perdido es la conciencia de uno mismo.
Yo anduve por la vida anestesiada. Fuera de mí, observándome sin comprender dónde me había perdido. Volví. En algunas cosas soy la misma, en otras alguien que se está descubriendo en sus marcas. Sé lo que es el despertar, la confusión posterior y la dolorosa certeza de no sentirme. De haberme abandonado. De ser baldío. Y, sin embargo, todo pasa. Hasta esa distancia de uno mismo que parece habernos matado un rato.

2 comentarios:

Pato dijo...

Hasta que empezamos a registrar nuestro interior, nuestras emociones,sentimientos,enojos,etc..y logramos conectarnos con nuestra esencia , con lo que realmente queremos y necesitamos, sin importar lo que indique el entorno...ese día adquirimos la seguridad, la aceptación...la felicidad de ser uno mismo..y cada día intentar no perdernos mas..de nosotros mismos.
Pato

Eduardo (ejmv) dijo...

:) Leí... reconocí... me desconcerté y busqué.
Necesité comparar para saber que era cierto.
Y hallé esa sensación tan particular de re-escuchar.

Un beso :)