Sería bueno que la dirigencia argentina advirtiera que Raúl Alfonsín fue uno de los últimos –sino el último– político fiel a la estructura partidaria ortodoxa (esa que en su funcionamiento replica los mecanismos de la democracia y en la que, por ende, se llega a candidato prescindiendo de la repartija "a dedo", lo aclaro por si lo olvidaron); que si bien siempre abogó por el diálogo, ese diálogo debía darse dentro de un marco institucional y, por lo tanto, dentro de la estructura de los partidos políticos (¿debo explicar que un partido político no es un rejunte de gente desesperada por no quedarse sin morder la torta?).
Sería bueno que entendieran que no estaría mal leer el mensaje de la ciudadanía y recuperar el concepto de "internas" (abiertas ya sería mucho pedir); que la crisis de representatividad de los partidos políticos es lo que los ha dejado sin más militancia que la que se paga como se le paga a una prostituta –con perdón de quienes ejercen el oficio más viejo del mundo– para que gima de placer cuando no lo siente; que si en las últimas 48 horas tanto se ha mentado a la democracia es porque hace rato que no anda por estos pagos.
Sería bueno que aceptaran que la realidad es dinámica y presenta muchas más variantes de las que se pueden calcular; por lo tanto, de poco sirve acomodar las elecciones (adelantando o desdoblando o lo que sea) porque, seamos sinceros, Alfonsín acaba de morir en el inicio de una campaña electoral que se definió a los ponchazos pensando en sacar ventaja (o en no padecer tanto las desventajas). Un intento de primerear a la oposición al que el destino –o como quieran llamarle– le jugó sucio. Igual que la caída del precio de la soja reposicionó la soberbia de las entidades agropecuarias y equilibró la presión que pueden ejercer sobre el Estado. Ellos, los "chacareros", debieran haberlo sabido muy bien porque en el campo es común decir que "Dios no quiere las cosas chanchas".
Sería bueno que entendieran que no estaría mal leer el mensaje de la ciudadanía y recuperar el concepto de "internas" (abiertas ya sería mucho pedir); que la crisis de representatividad de los partidos políticos es lo que los ha dejado sin más militancia que la que se paga como se le paga a una prostituta –con perdón de quienes ejercen el oficio más viejo del mundo– para que gima de placer cuando no lo siente; que si en las últimas 48 horas tanto se ha mentado a la democracia es porque hace rato que no anda por estos pagos.
Sería bueno que aceptaran que la realidad es dinámica y presenta muchas más variantes de las que se pueden calcular; por lo tanto, de poco sirve acomodar las elecciones (adelantando o desdoblando o lo que sea) porque, seamos sinceros, Alfonsín acaba de morir en el inicio de una campaña electoral que se definió a los ponchazos pensando en sacar ventaja (o en no padecer tanto las desventajas). Un intento de primerear a la oposición al que el destino –o como quieran llamarle– le jugó sucio. Igual que la caída del precio de la soja reposicionó la soberbia de las entidades agropecuarias y equilibró la presión que pueden ejercer sobre el Estado. Ellos, los "chacareros", debieran haberlo sabido muy bien porque en el campo es común decir que "Dios no quiere las cosas chanchas".
1 comentario:
Ï couldn't agree more!! Agradezco la sensatez de esta entrada y de la anteriior. Y la posición respetuosa, siempre!!
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