5/22/2009

En campaña

Si bien la campaña comenzó hace varias semanas, en estos días se multiplican los comerciales, los afiches y las apariciones públicas de los candidatos.
Aquí, algunos comentarios:

El PROperonismo (y qué ajustado a la realidad eso de que PRO esté en mayúsculas y peronismo en minúsculas. Où est Philippe Le Bel?) hace promesas sobre el bidet: "Un día vamos a vivir en una ciudad –o en una provincia–... (acá vienen las palabras mágicas: segura, que abrace la educación pública, etc.)." El cuento de hadas lo narran Gabriela Michetti, candidata a diputada por la Ciudad de Buenos Aires, Francisco de Narváez, que aspira al mismo cargo en la provincia, y Mauricio Macri, que está tan de adorno como Cristina en los actos de su marido.
El cierre del comercial es una fórmula (que además suena mucho al "Cristina, Cobos y vos" y ya sabemos que terminó en divorcio):
Mauricio+Francisco+Gabriela=Vos.
Digo yo: si se necesitan tres dirigentes para hacer un ciudadano común, estamos al horno.

El Acuerdo Cívico propone el "Cambio seguro": vamos a cambiar pero poquito, vamos a cambiar pero sólo lo necesario para que nadie se asuste... (bien pecho frío, gritarían desde el tablón). Tras este slogan es posible advertir una construcción burda signada por palabras que provienen de los resultados de encuestas cualitativas en las que se interrogó a los panelistas acerca de los atributos que tendría que tener una alternativa opositora. El producto de una construcción de este tipo es siempre un híbrido, lo que en este caso sintoniza a la perfección con la híbrida realidad de la fuerza política en cuestión.

El oficial Frente para la Victoria no parece apurado por lanzar el segmento propagandístico de la campaña. En el caso de la Ciudad de Buenos Aires, tal vez hayan decidido no gastar pólvora en chimangos (¿los chimangos vendríamos a ser los votantes o serán los candidatos, incluido el si-pero-no Carlos Heller?).
Por otra parte, tienen una sobreabundante presencia en medios en la que se entremezclan el proselitismo y la función pública utilizada como proselitismo. Néstor Kirchner ha bajado el tono de su expresión y su frase "
se puede tener una banca más, dos menos, 3 más o 3 menos, pero estas son las reglas de la democracia" lo transforma en un Esopo posmoderno que reescribe "La zorra y las uvas" en estilo preelectoral.
Algunos medios han deslizado que el slogan de la campaña será "Un voto positivo", casi una ironía que remite al trasnochado "mi voto no es positivo" de Julio Cobos en el Senado. Casi una ironía que los ligará aún más con el Vicepresidente con el cual no se dirigen la palabra. En mi barrio esto se llama sangrar por la herida.

Martín Sabbatella, recién llegado a estas lides de la competencia parlamentaria, tiene una propuesta curiosa: "No todo es lo mismo". Desde acá quisiera decirle que tiene razón, no todo es lo mismo, pero esto no garantiza que algo sea mejor, también hay cosas peores. Eso sin contar que la eficacia de un mensaje que comienza con la palabra "no" está muy cuestionada. Estudios sobre comunicación afirman que gran parte de los receptores descartan la negación y leen un mensaje afirmativo que en este caso sería: todo es lo mismo. ¡Bienvenido a bordo!

¿Propuestas? No.
¿Diferenciación? Tampoco. Diferenciarse no es negar y/o descalificar al oponente (requiere mucho más que eso).

La inocencia se pierde sólo una vez.

5/20/2009

Que alguien le diga

Que alguien le diga al doctor Hermes Binner, gobernador de la provincia de Santa Fe, que si la meta era lograr que en todas sus apariciones en los medios se lo ligase a Carlos Reutemann, su misión está cumplida.
Salir a "pegarle" a un competidor es una estrategia válida.
Ahora bien, Reutemann en este momento no es competidor de Binner y los palos a cuenta de una competencia futura hoy no suman (la política no es un plan de ahorro).
Binner necesita construir presencia nacional –personal y partidaria– si aspira a una candidatura presidencial.
La permanente carga contra Reutemann no ayuda al posicionamiento de sus candidatos que, por cierto, están bastante desdibujados.
Por último, tanta inquina desluce los logros de su gestión y, a nivel nacional, lo coloca en el –pobre– lugar del que "le pega al Lole".

Elenco estable

Desde hace unas cuantas semanas –la dinámica de la política argentina se mide en términos de días y semanas, no de meses y años– se ha hablado mucho de las candidaturas "testimoniales" (brillante eufemismo), de las redes parentales en las listas (la esposa de, el hijo de, el cuñado de) y de las "farándulo-candidaturas" (a Nacha, que en verdad es Clotilde, la paran por la calle y le dicen Evita).
Más allá del juicio valorativo acerca de si está bien o mal que un candidato que no va a asumir ocupe un lugar en la lista o si la capacidad –o incapacidad– para la gestión pública es hereditaria o si el éxito en un escenario es una experiencia que habilita para el buen desempeño institucional, tratemos de ver las cosas desde otra perspectiva.
La frenética manipulación de las listas desnuda una realidad preocupante: la pobreza en términos reales de la clase dirigente argentina. Lo terrible, en última instancia, no es que un puñado de personas se haya apoderado de las nóminas. Lo terrible es que TODA la oferta existente está en esas nómina. Es decir, no han quedado fuera de ellas personas valiosas, probas y capacitadas para los cargos en disputa. No hay una dirigencia excluida del circuito del poder. Toda nuestra dirigencia está allí, en ese círculo cada vez más pequeño al que la mayoría ya no quiere ni asomarse.
Los que denuncian a los que quieren eternizarse también se han eternizado, los que se rebelan contra el nepotismo han debido bajar a su cónyuge del escenario electoral, los que se rasgan las vestiduras por el cumplimiento de los mandatos tuvieron que hacer renunciar a su compañera de fórmula y la que dijo que no se presentaría está ahí, tercera en la lista, tratando de "trackear" votos con su nombre.
Nuestra dirigencia es eso. Hace tiempo conformó el elenco estable de una tragicomedia de enredos. Entre bambalinas, la dama joven se pone a las corridas el disfraz de mucama; la protagonista se calza la peluca de la abuela; el galán se saca el traje de ocasional jardinero y todos vuelven a salir a escena.
La sabiduría popular diría "Y... es lo que hay". Yo no me resigno a entregarme mansamente a este destino.

5/17/2009

¿Cuánto tiempo?

¿Cuánto tiempo durará el novedoso tono conciliador del oficialismo en la campaña? (Mientras el Jefe de Gabinete y cuarto candidato a diputado por la provincia de Buenos Aires, Sergio Massa, habla en la televisión como si fuese una maestra de sala rosa, me da la sensación de que a Néstor Kirchner, ex presidente y primer candidato por el mismo distrito, lo tienen en Olivos atado a una silla como Ulises se hizo atar al mástil del barco para poder escuchar el canto de las sirenas)

¿Cuánto tiempo podrá permanecer la tercera candidata a diputada por la Capital Federal, Elisa "Lilita" Carrió sin citar el Antiguo Testamento ni hacer alguna denuncia o predecir el Apocalipsis?

¿Cuánto tiempo podrán sostener los candidatos del PROperonismo Felipe Solá y Francisco de Narváez, y el Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, la precaria convivencia que establecieron con miras a las elecciones? (En Barrio Parque, los matrimonios mal avenidos terminan con ceniceros voladores, si no, pregúntenle a Huberto Roviralta)

¿Cuánto tiempo mantendrá la clase dirigente argentina su forzada sonrisa frente a la cruda parodia del programa de Marcelo Tinelli? (Hasta ahora el único que sugirió un cambio de rumbo para proteger a la primera mandataria –"ponerla a un costadito"– fue el inefable Aníbal Fernández)

¿Cuánto tiempo podrán alimentar los resucitados radicales la ilusión de que el espíritu de Raúl Alfonsín los ilumina? (Son notables los esfuerzos de su hijo Ricardo para parecerse al fallecido ex presidente)

¿Cuánto tiempo tolerará la tercera candidata a diputada del oficialismo por la Provincia de Buenos Aires la ardua tarea de ser Evita, peronista, pacifista, rebelde e inconformista a tiempo completo? (Y, para completarla, recitando la letra de Imagine de John Lennon)

Hasta el 28 de junio hay tiempo de que estas forzadas máscaras –seguramente sugeridas por los asesores en comunicación con las encuestas a la vista– se caigan. Esperemos que no suceda después, como le pasó al presidente que iba a ser el médico, el policía, el maestro y el bombero de todos los argentinos y, en cambio, terminó saliendo de la Casa de Gobierno en helicóptero para nunca más volver.

5/08/2009

A mí no me habla

Desde su asunción, en diciembre de 2007, la señora que ejerce la Presidencia de la Nación –me resisto a utilizar el femenino de presidente y no puedo omitir que una de las entradas de la RAE para dicha palabra la define como "(coloq.) la esposa del presidente"– ha cambiado mucho su relación con los medios de comunicación. En un principio, sus contactos eran casi nulos y sus apariciones se reducían a los actos partidarios. Luego, a raíz del larguísimo conflicto con los productores agropecuarios, la estrategia dio un importante viraje y una de las dependencias de la residencia de Olivos se transformó en el lugar desde el cual la Primera Mandataria mantiene frecuentes encuentros con la prensa nacional e internacional.
Sin embargo, algo no ha cambiado: la señora Fernández de Kirchner –no sé cómo mantiene ese subyugante "de" alguien que se empeña en complicar sus alocuciones con la multiplicación de los "todos y todas" o "ellos y ellas", impostura verbal de la igualdad de género políticamente correcta– no le habla al país.
Lo repito todo junto: la señora Fernández de Kirchner no le habla al país. Nunca mira a cámara, nunca se dirige a esos "todos y todas" que le delegaron la función que hoy cumple; nunca hace otra cosa que buscar la aprobación de los asistentes a un acto proselitista o de los ocupantes de las primeras filas de asientos en la corte de Olivos, esos fieles seguidores de su gestión, los incondicionales, aquellos que interrogados acerca de su desempeño seguramente la vivarán.
No le dijo al país que enviaría al Congreso la resolución 125; no le dijo al país que habría planes para adquirir automotores, heladeras, cocinas, calefones, termotanques o bicicletas; no le dijo al país que implementaría un plan de obras públicas por $111.000 millones.
Es posible que ese estilo de aparición mediática se deba a que está atravesada por los tics y muletillas de tantos años en el Congreso, donde no se le habla a la ciudadanía sino a los pares con los que se comparte la actividad legislativa. O, tal vez, la típica toma de primer mandatario sentado a una mesa de trabajo con la sola compañía de la bandera nacional le produzca cierto escozor por recordarle las tristes cadenas nacionales de la dictadura. Puede ser también que ese formato la remita al archiconocido escenario del Despacho Oval que, aunque modernizado por la informalidad de Obama, dista mucho de parecerse al "Aló Presidente" de Chávez.
Entonces elige el atril, el micrófono obsesivamente acariciado, la mirada puesta en un auditorio amigable. Pero no me habla a mí. De un modo cortés me deja afuera. A mí y a otro montón de ciudadanos y ciudadanas que, también, somos parte del "todos y todas".