8/10/2009

Dirigencia y TOC

Según la inefable y siempre útil wikipedia, "el trastorno obsesivo-compulsivo (T.O.C.) es un trastorno perteneciente al grupo de los desórdenes de ansiedad. Considerado hasta hace algunos años como una enfermedad psiquiátrica rara que no respondía al tratamiento, actualmente es reconocido como un problema común que afecta al 2% de la población, es decir, a más de 100 millones de personas en el mundo".
Yo agregaría que buena parte de ese 2% vive en la Argentina y que no hay nada que estreche más el campo visual que una obsesión. La diferencia entre enfocarse en algo y obsesionarse con algo es casualmente ésa: el estrechamiento de la visión.
Es lamentable ver cómo:
• Una dirigente política opositora se obsesiona con el oficialismo y lo denuncia cada vez que puede con términos grandilocuentes –"Son delincuentes". "Yo no me siento a ninguna mesa de diálogo con el 'gordo' Valor". "No hay que darle oxígeno a la psicopatía".
Resultado: su palabra pierde credibilidad y se vacía de sentido.

• Un ex presidente se obsesiona con un multimedio que él mismo contribuyó a hacer más fuerte –"¿Qué te pasa, Clarín, estás nervioso?", ¿Y ahora vamos por el fútbol?
Resultado: termina pareciéndose a Herminio Iglesias y la quema del féretro que consolidó la derrota electoral del peronismo en 1983.
• Un grupo de dirigentes agropecuarios se obsesiona y produce provocaciones innecesarias –loas a Martínez de Hoz– y declaraciones desubicadas –¡ay, qué horror, hemos descubierto que hay pobres en la Argentina!.
Resultado: el capital de opinión pública positiva que había conseguido en un año de conflicto es rápidamente dilapidado.
• Un grupo de "intelectuales" se obsesiona defendiendo al oficialismo de presuntos ataques a la estabilidad institucional provenientes del gorilismo fascista.
Resultado: termina haciendo honor a la ceguera y la torpeza oficiales, y pareciendo una horda paranoide que, obviamente, no registra el 158% de crecimiento del patrimonio presidencial.
Para muestra basta un botón (aunque en este caso sean cuatro).
Mientras tanto, los ciudadanos nos quedamos afuera –mal pero acostumbrados–, viendo cómo la confrontación es cada vez más mezquina, esperamos que afloje la gripe y que vuelva el dengue, pagamos las facturas del gas y de la luz sin chistar y, lo que resulta más lamentable, los que ganan la pulseada son los que recurren a "la gran Felipe Solá" y se hacen olímpicamente los boludos (sic).
¡Marchen dosis masivas de I.S.R.S. para todos!

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