6/25/2007

Estados de agregación de la materia – Cuerpos, sólidos, líquidos y gases en la vida cotidiana

La química y la física clásicas definen la materia como todo aquello que ocupa un lugar en el espacio y posee masa, sea visible y asible como una vaca o un arbusto, o invisible e inasible como el aire. Del mismo modo, postulan que la materia se encuentra en tres estados –sólido, líquido y gaseoso– y que una porción limitada de materia es un cuerpo.
Básicamente, entonces, y en buen cristiano, hay cuerpos y hay sólidos, líquidos y gases diversos. Con la gente pasa lo mismo: hay cuerpos. Y hay sólidos, líquidos y gases. Y, al igual que lo que enuncian las ciencias duras, todos tienen propiedades particulares.
Cuerpos:
Son aquellas porciones de materia que ocupan un lugar en el espacio –mayor o menor según la masa y el volumen de cada individuo–, y que, por lo general, no pasan de ser un “cacho’e carne” más o menos modelada por horas de gimnasio y, en ocasiones, alguna que otra intervención quirúrgica. De tener una personalidad, cosa rara pero no imposible, sumarán a sus propiedades las del estado de la materia del que se trate pudiendo llegar a la máxima densidad soportable o a la volatilidad más difusa que se pueda imaginar.
Sólidos:
En su aspecto positivo, los sólidos son estables y cohesivos, independientes, fijos y firmes. Suelen actuar como sostén de otros sólidos y como continentes de los líquidos. Son resistentes a la contaminación en grados que dependen de su permeabilidad.
En su aspecto negativo, son rígidos, resistentes al cambio, poco adaptables y de movimientos lentos o inexistentes. Las presiones excesivas los agrietan, resquebrajan o quiebran pudiendo, según el grado de cristalización, llegar al estallido que los transforma en miles de pedacitos que mantienen las mismas características que cuando conformaban una sola pieza. La fricción y el roce constantes –con cualquier otro cuerpo o estado de la materia– los afectan en su estructura.
Gases:
En su aspecto positivo son expansivos, leves, cambiantes y sensibles a las características del entorno, sobre todo en lo que hace a cambios de temperatura y humedad.
En su aspecto negativo son invasivos, influenciables y se dispersan hasta perder entidad.
En contacto con otros, son los que más fácilmente se contaminan. Si se pretende limitarlos alcanzan grados de presión explosiva aunque toleran muy bien la compresión. Pueden llegar a pasar desapercibidos hasta que su grado de concentración es máximo y, tarde piaste, lo han invadido todo. Son incapaces de contener líquidos. Su fuerte inercia expansiva los mueve siempre hacia arriba.
Líquidos:
En su aspecto positivo son blandos, alegres, dinámicos, adaptables. Poco resistentes al cambio, siempre buscan un cauce o continente que los limite y les provea una forma que copiarán a la perfección.
En su aspecto negativo son débiles y dependientes, sobre todo del sólido que los contiene y sobre el cual, a la larga, tienen un fuerte efecto erosivo, tanto por fricción como por simple contacto.
Absorben gases enriqueciéndose o contaminándose de manera indistinta pero por poco tiempo dado su poder autopurificador.
Tienen una gran capacidad para llegar a lugares recónditos por filtración. No les cuesta descender hasta encontrar un nivel estable pero sí encuentran dificultades para ascender, aunque lo logran de manera lenta y, generalmente, por impregnación.
Resisten bien presiones medias. Altas, sólo si encuentran un camino de escape que tanto puede ser por goteo como por impregnación.
Agregan volumen a los sólidos con cierto poder de absorción y producen fuertes desgastes en aquellos menos permeables.
Nota aclaratoria:
Con el correr del tiempo y sobre todo durante el siglo XX, se distinguieron también otros estados de agregación complejos, sólo observables en laboratorio bajo condiciones específicas de presión y temperatura, como el condensado de Bose–Einstein, el fluido supercrítico, el coloide, la superfluidez, el supersólido, el neutronio, la materia fuertemente simétrica, la materia débilmente simétrica, el condensado fermiónico, el plasma quark-gluón, la materia extraña y la materia degenerada; algunos de los cuales se prestan al chiste fácil pero inevitable porque ¿quién no puede identificar a alguien conocido con un supersólido, un fluido supercrítico o una materia degenerada? Sin embargo, dado que las características de estos últimos estados de agregación de la materia identificados sólo se presentan en condiciones extremas, dejaremos su análisis para el momento en que las investigaciones hayan avanzado lo suficiente como para hacer inferencias abarcadoras.

1 comentario:

Eduardo (ejmv) dijo...

Por lo general callo, porque no dejas lugar para agregar nada al tema. Elegí reír en público :)