El autor que pone de sí las palabras que dibujan historias, figuran sentires.
El yo que enuncia, dolido, iracundo o jubiloso, paciente o con ansias.
El tú al que ese yo se ofrece y se entrega.
El tú que lee, sorprendido, aquello que hubiese querido escribir o lo que habría deseado que saliera de su corazón para otro tú, reinscribiéndose en el verbo ajeno hasta hacerlo propio.
Un él desapegado, casi lejano.
Un él que se reconoce en la materia expresiva, descubierto en la intimidad de su emoción.
Un nosotros que es apenas el universo contenido entre el tú y el yo.
Un nosotros que remite al todos, ilusión de unidad.
El vos, lector aleatorio, atrapado en la convocatoria del yo, envuelto en la delicada telaraña del sentido, disuelto en el límite entre literatura y realidad.
¿Quién es el dueño de ese poema que una vez lanzado al aire levanta vuelo y, desde la altura, sólo responde a sus propios latidos y a su propia respiración?
2 comentarios:
A desalambrar! Por la expropiación de los poemas ya! Reforma poetaria!
Esto es para vos, lo soñé y quise venir a escribírtelo:
"En el papel y en el alma, dejaba su huella...la Señora"
Lo soñé para vos, chupate esa mandarina.
Tanto me llegó lo que me escribiste, que flotaba y flotaba. Me emocionó muchísimo, así que desde mis sueños, Laura.
Abrazos que son más que siderales.
tu hermana Alfa-Centauri
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