[...] El miedo se va en silencio. Es como una puerta cerrada que no intentamos abrir porque sabemos que está con llave y porque para convencernos probamos mil veces hasta que un día simplemente dejamos de intentar. Y otro día, porque sí, por aburrimiento, porque no nos rendimos del todo, porque recuperamos las fuerzas, porque la vida se impone, volvemos a hacer la prueba y la puerta se abre, deja entrar una luz brutal, enceguecedora. Y sonreímos amargamente porque el último gesto perverso del carcelero qe nos tuvo ahí fue habernos liberado quién sabe cuánto tiempo atrás sin avisar. [...]
2 comentarios:
me encanta, igual que todos tus textos.
Abraxos
Christian
¡Ah, no! Vine especialmente hasta aquí para leer un "fragmento" y me encontré con un párrafo (¿entero?). El tamaño sí importa, sobre todo cuando uno ve algo tan prometedor... Un poco màs, please.
Publicar un comentario