Viajar en el tiempo.
Contar una historia
que siempre es la propia
y siempre es la misma.
Darla vuelta.
Examinarla.
Elegir dónde ubicarse para mirar.
Separar el alma
del cuerpo, apenas.
A penas.
Hablar desde un lejano sentimiento
con una insoportable proximidad.
Recorrer a ojos vendados
un borde filoso.
Conocerlo, saber dónde corta,
saber que sangrará
y, sangrando,
insistir hasta que llegue al hueso.
Renunciar a la verdad
aun diciéndola.
Seducir y controlar.
Entregarse y esconderse.
Abrirse las tripas
con una sonrisa.
Llorar sin pena.
Llegar al punto
donde se unen
el dolor y la belleza
para dar a luz
un instante de arte.
1 comentario:
Eso es escribir, lo corroboro.
Un saludo
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