En esas viejas ropas
en desuso
hay enredadas sensaciones
que aún respiran.
Se acumulan entre las fibras,
en los pliegues.
Cuelgan de las perchas,
sonrientes o dolidas,
forman flecos en los ruedos,
orlan los cuellos.
Como el papel picado
que tapiza el suelo
después de una fiesta.
Como la lágrima que se desliza
cuando ya se ha dejado de llorar.
Esas viejas ropas en desuso
ya no se ciñen a las formas,
no calzan,
no caen.
Y la que hoy las mira
sólo encuentra en ellas
los restos de la que fue.
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